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Tino Pertierra

El Papa de la Iglesia catódica

Francisco accede a una amable entrevista con el exfollonero Évole, enfada a los ultras y apacigua sus polémicas sobre feminismo u homosexualidad

El Papa sabía muy bien lo que se iba a encontrar en el cara a cara con Jordi Évole. De los centenares de peticiones que llegan al Vaticano cada año, muy pocas ven la luz. Y, mira por dónde, el follonero televisivo es quien se lleva el pacto al agua. Francisco no es un ingenuo. No se llega a esas alturas de los altares siéndolo. Sí, hablemos solo de refugiados para justificar la respuesta afirmativa pero no vamos a hacer un Borrell airado si nos preguntan por los infames abusos sexuales de sacerdotes o por el aborto o por la memoria histórica. O por Messi como nuevo dios de las gradas necesitadas de adoraciones banales. El Papa era consciente de que Évole, sumo artífice del periodismo de apariencia políticamente incorrecta, iba a ponerle "en aprietos" con "preguntas incómodas", y las comillas vienen a cuento porque las entrevistas supuestamente incisivas del presentador son como las de Ana Pastor, pero sin el tono agrio: mucho ruido y pocas nueces. Nada qué ver, en todo caso, con los pueriles juegos artificiales de Pablo Motos en "El hormiguero". El éxito televisivo era un hecho para Évole (enhorabuena) y el Papa argentino salió airoso, primero porque tenía muy claro el mensaje a lanzar ante el cuestionario previsible y sin restos en la red de su interlocutor, y segundo porque, como otros pontífices, domina el arte escénico con tanta prestancia como el actor Jude Law en la punzante serie de Sorrentino "El joven Papa".

Los más críticos con la aparición catódica de Bergoglio afirman que se comportó más como un tertuliano de opiniones centristas que como el gran jefe de la Iglesia. Eso sí, evitando pegar voces histéricas y sin patillonas. Apacible y persuasivo, el Papa se saltó a la torera el punto de vista de la Iglesia sobre la prostitución ("Una cosa es una mujer que quiera ejercer la prostitución porque le gusta y otra cosa son las chicas esclavas. Es una opción libre para ganar dinero o lo que sea". En Vox sentó como un tiro que el Papa cargara contra "los partidos políticos que lo han capitalizado (el drama de los refugiados) y lo han utilizado como herramienta electoral". Abascal se amartilló contra semejantes palabras. Fuera populistas. "El miedo es el material sobre el cual se construyen las dictaduras". Tampoco a Abascal y sus seguidores (como su número 3, Iván Espinosa de los Monteros que ha gruñido que el cine no es cultura) les habrá sentado bien que Francisco defendiera "el derecho a la verdad sobre lo que pasa, el derecho a una sepultura digna, a encontrar los cadáveres. Los muertos no son para ser escondidos sino para ser enterrados". Eso se llama Memoria Histórica.

El Papa intentó matizar unas palabras recientes sobre el feminismo. "Un feminismo con faldas", dijo primero, y ahora corrige: "Todo feminismo tiene riesgo de transformarse en un machismo con falda". Se equivocó, asume: "Fue una equivocación del momento, no porque lo piense así". Sobre otro asunto peliagudo, el aborto en caso de violación, se hizo el gallego devolviendo la bola con otra pregunta: "¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?" O sea: "¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es lícito alquilar a alguien para que la elimine?". Y se armó un pequeño lío al hablar de la presencia de la mujer en la Iglesia: "La Iglesia no puede ser Iglesia sin la mujer. Porque la Iglesia es mujer, es femenina. Es la Iglesia, no el Iglesia". Más claro estuvo cuando señaló, cuestionado por la exención del IBI a centros de la Iglesia Católica en España, que "los hombres de la iglesia tienen que pagar impuestos". Sobre la polvareda que se levantó cuando aconsejó a los padres que notaran conductas homosexuales en sus hijos que acudieran a un psiquiatra, el Papa matizó que "yo estaba explicando que nunca se echa de casa a una persona homosexual, pero hice una distinción que cuando la persona es muy joven y pequeña y empieza a mostrar síntomas raros, ahí conviene ir y yo dije psiquiatra, en ese momento te sale la palabra que te sale y encima en un idioma que no es el tuyo. De aquello salió que los medios dijeran 'El Papa manda a los homosexuales al psiquiatra y no vieron lo otro, y eso es mala entraña'". Y un mensaje final para ciertos medios de comunicación que pertenecen a la Iglesia española: "Algunos los conozco, sí. Católicos de misa, y no hacen más que ensuciar a los demás".

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