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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El invierno de las palabras

El despoblamiento rural se lleva también por delante vocablos en desuso

Pisamos el escenario de un drama de incalculables consecuencias, al filo de la navaja del invierno demográfico: el ochenta por ciento de la población española se concentra en el quince por ciento del territorio, las ciudades y la costa. Lo que supone que ya solo el veinte por ciento de los habitantes se asientan en las zonas rurales, que ocupan el ochenta y cinco por ciento de la superficie nacional.

Como en "El disputado voto del señor Cayo", los políticos solo se acuerdan de los cada vez más menguados habitantes del medio rural cuando se acercan unas elecciones y hay que recabar votos en cualquier granero, por mermada que sea la cosecha. De manera que en las próximas semanas leeremos y escucharemos mensajes en favor de "la España vaciada", la olvidada España que se queda sin gente y que antes o después habrá que recolonizar o acabará en manos, convenientemente parcelada, de inversores extranjeros. Ya se han puesto a la venta pueblos enteros.

Paganas principales del despoblamiento son las palabras, a las que se somete al silencio eterno cuando desaparecen los últimos habitantes rurales, que se llevan a la ciudad o a la tumba vocablos en desuso cuya única atadura al diccionario es la expresión de los pueblos y aldeas de piedras fantasmas.

En los años ochenta, cuando acudía a la Universidad cada día desde mi pueblo, el grupo de compañeros de Madrid con los que me relacionaba me llamaban, supongo que más cariñosamente que con afán despectivo, "el destripaterrones". Deshacer terrones a golpe de azadón no es ningún desdoro, pero ¿queda alguien que sepa hacerlo y que sepa traducirlo al idioma urbanita?

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