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Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

Los temblores de la luna

Soraya: "Me unto de crema lunar. Salgo. Entro. No permanezco. Soy. Fui. Seré. Entiendo que no me entiendan. A mí me cuesta a veces hacerlo. Hoy, por ejemplo. Día de naufragios deseados. Largamente esperados para que mi larvada desesperación tenga algún sentido común. Estoy cansada de que mis sentimientos tomen el mando y me lleven de un canal a otro en góndolas sin rumbo. Soy una mujer Venecia. Así me definió Marco, el profesor de arte que dominaba varias lenguas y me leía a Dante en versión original antes de subtitularme la piel. Por qué Venecia, pregunté con inocente curiosidad, y él aprovechó para soltarme una larga teoría que seguramente conocían muchas mujeres antes que yo, pues Marco era un mujeriego viajero que dejaba corazones rotos de los Apeninos a los Andes. Y yo, que me creía curtida y alambrada, pasé a formar parte de sus partes. Dividida, un ser en porciones envueltas en papel poco higiénico. Porque te hundes poco a poco y no haces nada para evitarlo, dijo. Supongo que pensó que me iba a impresionar con su alarde de perspicacia sobre el mundo femenino, pero logró todo lo contrario. Defraudarme. Las mujeres no somos tan fáciles de etiquetar. No somos mariposas para coleccionar con alfileres ni pegatinas con las que adornar las maletas para presumir de vida viajera y entrepierna con muchos puntos para canjear por vuelos gratis. Pero me callé, como tantas otras veces con otros hombres, ya fueran certezas o simulacros. Ahora ya no me muevo entre dos aguas ni pesco merluzos precongelados. Exploro realidades alternativas sin buscar nada de cambio, corto y pego pieles y en alguna quizá me demore un poco más si sabe cómo untarme de crema lunar en noches de estrellas que iluminan mi rastro y me convierten en alguien sin memoria ni horizontes. Alguien que vive entre la espalda y la pared, abierta a cualquier plan que no incluya peajes, mapas ni brújulas. Cuanto más me pierdo más me encuentro, cuanto más me ignoro mejor me conozco y puedo presumir de enfrentarme a la vida como ella se merece: sin temores, adicta a los temblores".

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