La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Comunismo siglo XXI: la cuestión de la "clase universal"

Terminaba mi anterior artículo "Comunismo, ayer y hoy" preguntándome qué comunismo cabe en el siglo XXI en una España que no puede tolerar ningún intento de apropiación partidaria de su soberanía nacional, la que reside en la nación española. El punto de partida debe de nuevo afrontar la superación de la tesis según la cual la historia de la Humanidad es la historia de la lucha de clases. El marxismo concibe el advenimiento del comunismo como el proceso revolucionario en virtud del cual una clase, el proletariado, se hace con la soberanía nacional. El proletariado es una clase social dentro del Estado, pero es, además, según el marxismo, la clase universal: "Proletarios de todos los países, uníos". Se suponía que esa unión proletaria acabaría arrasando con el Estado como estructura de dominación burguesa. La realidad histórica puso ante los marxistas la evidencia de que los proletarios salían en defensa del Estado y no de su clase. Este contratiempo se fue sorteando con el argumento de que en virtud de su alienación los proletarios asumían los intereses de la burguesía dominante.

La idea de la existencia de una clase social universal proletaria procede de un enfoque genérico de tipo sociológico que, abstrayendo todas las determinaciones históricas particulares de cada pueblo, es capaz de establecer una clasificación abstracta de pretendido carácter universal. Pero esa universalidad sociológica ya digo que sólo se alcanza a costa de disolver las diferencias particulares que en la vida de los pueblos son absolutamente determinantes. Científicamente cabe distribuir las sociedades en términos de clases, haciendo abstracción de las naciones, pero el origen de las clases sociales está en la conformación histórica de las sociedades políticas. Se trata de una dialéctica muy interesante entre Historia y lo que podríamos llamar Geografía política. De modo que el marxismo procede del siguiente modo: parte de una categoría sociológica genérica, la clase social, abstraída de sus determinaciones históricas y políticas concretas, y la convierte en actor político histórico, pretendiendo que asuma un papel histórico preciso, cuando en los propios estudios históricos marxistas se hace evidente que hay que escudriñar en los entresijos de todo acontecimiento histórico para desentrañar el entramado de clases que está enfrentándose en cada caso.

En definitiva, la lucha de clases no es una estructura de tipo sociológico, un sistema de clasificación científica de la sociedad, sino la expresión simplificada de los modos de apropiación de la soberanía nacional dentro de cada nación política; y sólo puede darse en el seno de cada Estado, aunque puedan eventualmente intervenir en esa misma lucha otros Estados. De modo que la clase universal proletaria sólo puede serlo a través del Estado correspondiente, y esa es su dialéctica. Además, de hecho, fuera de esas determinaciones, esas clases sociales se desvanecen absolutamente en la forma de las masas de refugiados a las que contribuimos los países europeos con la OTAN de modo decisivo. La única salvación de un refugiado es alcanzar una nueva nacionalidad, que es lo justo, aquello que le permite volver a vivir como una persona.

La única universalidad a la que podemos aspirar es aquella que se perfila en términos de ciudadanía, esto es, la que corresponde a la soberanía nacional, aquella que se prefigura en los límites de una sociedad política. Esa universalidad es un precipitado por decantación de la lucha de clases por la soberanía en el seno de cada Estado. Pero la clase "universal" que decanta en el proceso de consolidación de los Estados nación está a una escala diferente a aquella en la que se ejercita la lucha de clases, aunque sólo a través de ella se manifiesta, y es la idea de ciudadanía.

No queda más remedio que asumir que la idea de ciudadano político es la noción más universal desde un punto de vista político, que es a su vez práctica y precisa, aunque abstracta. En ella se expresa tanto la figura del proletariado como la de la burguesía, en ella se expresan las diferencias entre hombres y mujeres, en ella se reinterpretan y ecualizan las culturas y las razas. No hay alternativa.

Ahora bien, sólo desde esa figura de ciudadano como "universal distributivo" se alimenta la noción de hombre como persona moral tal y como lo recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Las sociedades políticas han procedido disolviendo las diferencias culturales y transformándolas en diferencias sociológicas, ecualizándose por tanto todas ellas. Y es a través de esa ecualización como se va perfilando la figura de la idea de persona moral universal. Esta es la dialéctica que está presente en el debate entre Sócrates y Protágoras en relación con la educación cuando se discute la diferencia entre Ciudadano y Hombre. Pero el dialelo moral estaría aquí delimitado por el hecho de que esa idea de persona moral sólo puede darse, ontológicamente, a través de los ciudadanos reales circunscritos por sociedades políticas en cuyo seno mantienen y articulan sus conflictos, y esta es su dialéctica. Los Derechos humanos no son suficientes para garantizar una vida digna a aquellos refugiados que pierden su condición ciudadana. Sólo los Estados, en virtud de su fortaleza relativa, garantizan esa dignidad, incluso para aquellos refugiados que llegan a su territorio. Pero esa fortaleza sólo se alcanza fortaleciendo la soberanía nacional. No todos los Estados son iguales, ni todos pueden garantizar el mismo grado de justicia, igualdad y libertad a sus ciudadanos, y ello depende de su soberanía en el ámbito de una dialéctica entre Estados efectiva que nos afecta de modo decisivo.

Lo siguiente es ahora analizar los factores basales, corticales y conjuntivos que contribuyen a consolidar la soberanía nacional, la igualdad de oportunidades y la justicia social en la dialéctica de Estados. Decíamos, por tanto, que el comunismo del siglo XXI debe concentrarse en el estudio y la defensa de estos factores. Y es lo que vamos a hacer en nuestro siguiente artículo.

Compartir el artículo

stats