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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Ilusa expropiación

Lo estrambótico de sugerir que el Estado expropie una factoría para mantener el empleo

Pocos días atrás, entre las múltiples declaraciones que unos y otros lanzan a la opinión pública por causa del cierre de la aluminera Alcoa en Avilés, hubo uno que exigía que el Estado expropiara la factoría con el loable fin de mantener el empleo hasta que, añadía, apareciese un salvífico comprador. Entre ciertos dirigentes sindicales no suele parecer mal la expresada operación. Lamentablemente, no es misión del Estado tal tipo de actuaciones. Si por cada negocio que cierra el Estado ha de hacerse con su propiedad, en menos de nada nuestra nación sería una especie de la Cuba castrista o la Rusia soviética, en la que el Estado se convertiría en el dueño de la mayoría de los medios de producción.

Podemos poder los adjetivos que deseemos a la actitud de ciertas empresas y estamos convencidos que la pérdida del trabajo es un fastidio para todos y un drama humano de resolución difícil para muchos afectados, pero de ahí a sugerir que el Estado se convierta por las buenas en empresario, sería como retroceder varias décadas en el tiempo con una solución propia de cualquier gobierno franquista de aquella época en la que abundaban las empresas públicas con tal del sostenimiento del empleo. ¿A qué atreverse a sugerir tamaña barbaridad? Sólo cabe la atenuante: aquella que sobreviene a causa de la desesperación ante la peliaguda situación; en este sentido todo es disculpable, hasta una propuesta claramente ilusoria.

Por nuestra villa marinera, aparte de las idas y venidas de los candidatos a las elecciones que se avecinan, aparece por una esquinita algo que nada tiene que ver con las citas ante las urnas: el curioso lamento de las cofradías católicas gijonesas. Su queja consiste en que las autoridades no aprovechan como es debido lo que llaman el "potencial turístico" de sus pías manifestaciones callejeras. Cabe preguntarse en qué consiste el solicitado aprovechamiento. Recela uno de que la cosa se traduzca en dinero, al menos convertido en propaganda y alguna que otra subvención. Es de hacer notar el escaso seguimiento y atractivo que tienen las procesiones en nuestra ciudad por lo que no se le ve al asunto por dónde agarrar una promoción turística. ¿Por qué no se conforman con la libre exposición pública de su fervor y dejar en paz a la sociedad civil en la busca de propaganda para sus actividades? Si hay piedad, confórmense con ello y el ejercicio de sus penitencias, pero que nos dejen a los demás en paz y que no intenten detraer del procomún fondos para sus actividades. Sí, ya sabemos que sus procesiones son modestas, pero hasta tienen su encanto y gracia sus pretensiones y la exposición de su quiero pero no puedo. En esa conformidad también hay su puntito de modesta grandeza.

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