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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Las cuatro Españas

Anécdotas de los escasos debates electorales de la actual democracia

No es este un país donde los políticos fueran proclives a debatir al modo habitual de las democracias más avanzadas. Aquí seguimos en modelos del Pleistoceno, aburridos, sin espacio para la improvisación, escasos de ritmo. Y escasamente frecuentes: apenas cinco debates en 38 años.

Aun así, no hay convocatoria a las urnas en que no se arme la marimorena a cuenta de este "todo a cien" a varias bandas, ahora que las dos Españas son al menos cuatro. Partiendo del hecho de que una porfía a cinco, como la que se planteaba hasta hace una semana, hasta que decidió la Junta Electoral Central, más que un debate es una tertulia de "Sálvame", son los cara a cara los que dan juego, los que permiten medir la capacidad dialéctica de los contendientes. Más de dos son multitud.

De los cinco debates en casi cuatro décadas quedan momentos memorables: la niña de Rajoy, el "buenas noches y buena suerte" de Zapatero, el deliberado "señor Rodríguez" del gallego a Rubalcaba, el "usted no es un presidente decente" de Sánchez a Rajoy a cuenta de los papeles de Bárcenas; la respuesta de aquel a su oponente, al que llamó "ruin y miserable", o "el adversario es Rajoy, Pedro, es Rajoy; no soy yo" que masculló Pablo Iglesias ante las acometidas de Sánchez a Podemos...

Los debates los alienta la oposición y los suele detestar quien gobierna. Acuérdense de Aznar, que se enfrentó a Felipe González ante las cámaras en 1993, y en 1996, cuando al fin ganó las elecciones, rechazó durante ocho años someterse a semejante escrutinio televisado. Aun así, apoltrónense en el sillón, que habrá que verlo, al menos para poder criticarlo el día después en el chigre y en la oficina.

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