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La Espuma De Las Horas

Colosio o el trágico destino del héroe

A los 25 años del asesinato del candidato del PRI no se han apagado las sospechas sobre la orquestación del crimen

Diana Laura, la viuda de Luis Donaldo Colosio, falleció de un cáncer, diagnosticado terminal, pocos meses después del asesinato de su marido. "Shakespeare puro", comentó entonces Octavio Paz al enterarse de la noticia. Como recuerda Enrique Krauze en "La presidencia imperial" citando a Alejandro Rossi, la política mexicana se había vuelto "el teatro más rápido del mundo".

A Colosio, candidato del PRI, a la presidencia de México, lo mataron -el pasado marzo se cumplieron 25 años- en Tijuana durante un mitin en Lomas Taurinas, un lugar que no contaba con las condiciones mínimas de seguridad y presentaba múltiples problemas de logística que nadie fue capaz de tener en cuenta al menos para poder remediarlo. Era el primer magnicidio cometido en México desde el asesinato de Álvaro Obregón en 1928. En medio del caos y de una multitud apretujada le dispararon. Sonaba "La culebra" por Banda Machos, una canción que debido a esta circunstancia marcó un hito en la música. Algunos se empeñaron en sostener que se recurrió a ella como señuelo. Resultó aún más siniestro el corrido que vino más tarde: la irregular investigación en marcha levantó una ola generalizada de sospechas sobre los posibles instigadores del crimen, entre ellos el propio presidente que lo había designado como sucesor, Carlos Salinas de Gortari.

Poco antes de su muerte, Colosio empezó a sentirse abandonado por todos. El levantamiento zapatista en Chiapas había operado en él una nueva conciencia ética como hombre de Estado que le llevó a preguntarse de si debía seguir adelante en una política envuelta en la depresión social, el crimen y la corrupción. Su mujer, desahuciada, fue la que le animó a continuar y por un momento Colosio creyó el destino del héroe en un drama de violencia y poder que lo superaba. Dos semanas antes de que lo balearan pronunció un discurso valiente que abría entre él, Salinas y el resto del aparato de PRI una gran brecha. En él se mostraba a decidido a emprender la reforma para separar al partido del Gobierno y sacar al país del abatimiento y de la pobreza en que estaba sumido.

¿Fue el propio Salinas quién ordenó la ejecución? Dadas las lagunas en la investigación y las omisiones que figuraron en el expediente, son muchos los que piensan que realmente sucedió así. La maquinaria del partido revolucionario institucional vio en él al hombre con el talante adecuado para seguir perpetuando el régimen y cuando se dio cuenta que ese hombre no era Colosio decidió eliminarlo. Pero no todos apuntaron a Salinas que teóricamente no ganaría nada instigando el crimen que acabaría hundiendo a México en el desprestigio y ahuyentando a los inversionistas. Hay quienes creen en una alianza entre el narco y el poder. Otros sospechan que fueron los agraviados del salinismo dentro del PRI los que decidieron matarlo, también señalan a los paramilitares de Baja California presentes en el mitin de Lomas Taurinas. Son menos los que creen que el asesinato se debió exclusivamente a Mario Aburto, la mano ejecutora y el único autor intelectual probado del magnicidio.

El caso se cerró en 2000 y no ha dejado de hablarse de él. Una serie de Netflix ha vuelto a alentar la sospecha de que lo asesinaron desde dentro.

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