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Una institución montaña

El Museo del Prado es una entidad imprescindible en esta época tan desnortada

En 1953, desde su exilio mexicano, el pintor Ramón Gaya escribía lo siguiente: "Cuando desde lejos se piensa en el Prado, este no se presenta nunca como un museo, sino como una especie de patria". Y para titular ese texto, y definir dicha institución, escogía la ya célebre expresión de "roca española". Al Prado también se le ha llamado en una línea parecida "faro" para los que se encuentran tanto cerca como lejos de él, "corazón" de nuestro país o, en palabras de Manuel Azaña, institución más valiosa que "la monarquía y la república juntas". Todo ello habla del enorme valor no sólo artístico o patrimonial, que es evidente, sino también simbólico que tiene este museo, concebido como un "lugar de memoria" (de hecho, este ha sido el subtítulo que se ha dado a la exposición de apertura de su bicentenario) y ligado la mayor parte de las veces a los conceptos de prestigio y orgullo.

Porque, efectivamente, un sentimiento de orgullo es el que deberíamos experimentar todos ante una institución del nivel y la relevancia internacional del Museo del Prado, que nos habla de un patrimonio colectivo (el mejor que tenemos) que hay que cuidar, conservar y transmitir a las generaciones futuras, pero también de cultura, sociedad e historia. Un espacio enormemente connotado, intenso como pocos, donde, en palabras de Javier Portús, "la colectividad puede reencontrarse con aspectos de su identidad y reflexionar sobre ellos". Y todo a través de unas colecciones, principalmente de pintura, que apenas tienen parangón en el resto del mundo, y que lo han convertido a su vez en casa de acogida no solo de artistas, profesionales de la historia del arte y amantes de la pintura en general, sino también de todo aquel que de un modo u otro quiere construirse como ser humano. Por su solidez de peñasco, roca o incluso montaña, una montaña firmemente asentada en el terreno, a la que mirar y hacia la que dirigirnos en momentos de dudas, el Museo del Prado es una institución imprescindible en esta época tan desnortada.

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