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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Sobran asesores

Ya era difícil ser político desde hace años, pero se ha vuelto imposible desde que se contratan asesores por medias docenas y desde que los que no fichan por los partidos lo hacen por las cadenas de televisión para juzgar y descubrir lo que han hecho sus colegas con el lenguaje no verbal, la imagen y el sonido, como esos magos que explican los trucos de magia en televisión.

Ahora que los debates electorales se suceden como los amaneceres y hay más días sin pan que sin debate, nos estamos dando cuenta a cuántos exámenes se tienen que presentar los candidatos y, lo que es peor, que han de hacerlo a la manera de la menos creativa, más injusta y aburrida de esas pruebas: la oposición ante el tribunal al que se cantan los temas a buen ritmo y ciñéndose a la literalidad del articulado.

La última generación de asesores son preparadores que toman los temas para una prueba memorística de locución contra reloj. Por un poco más de esfuerzo continuado en la misma técnica los candidatos sacarían plaza de notario, obtendrían ingresos notables, llegarían a los sitios al comentario de "ahí viene el señor notario" en lugar de "aquí está este majadero" y lo que firmasen sería artículo de fe pública y no motivo de crítica en los periódicos y de cachondeo en las redes sociales.

Los ciudadanos tenemos que descubrirles ahora mismo a los candidatos la gran mentira: no es verdad que cada detalle importe. No importa cada detalle que señala el asesor que se gana el sueldo haciendo parecer que lo fácil es difícil, y lo difícil, el triple salto mortal, el más difícil todavía.

Están llevando a los medios una comunicación que no comunica nada que interese y cuantos más asesores tienen, más incomunicados están, o sea más incomunicados estamos.

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