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Cuando el muerto no tiene quien le llore

Dos casos de fallecidos a quienes nadie echó de menos

El martes comía en casa de mis padres, hervido y carne a la plancha, mientras veíamos el informativo de mediodía. Siempre que la agenda lo permite, acercarme hasta allí es un miniparéntesis en mitad del día, que desenchufa el cerebro y alimenta el alma. Nuestra presentadora favorita, Sandra Golpe, nos dejó de piedra con una historia del día, de esas que te ponen el cuerpo del revés. Santiago, un hombre de 70 años de Vallecas, ingeniero y antiguo empleado de una empresa telefónica, fue encontrado muerto en su domicilio por causas naturales. El final de su vida le sorprendió sentado en una silla hace un año y así seguía. En doce meses nadie notó su ausencia, ni sus vecinos ni su única familia, una prima. Creían que se había mudado a la montaña. Descubrieron que no fue así cuando unos okupas quisieron entrar en casa de Santiago, un hombre solitario que apenas se relacionaba con nadie, según explicaron los vecinos a los periodistas. Sandra Golpe nos recordó que el caso de Santiago no es aislado.

Hace un mes varios policías localizaron a otra mujer en Madrid, de 83 años, muerta desde hace una eternidad y sin que nadie la extrañara. Cuánta desazón, pienso con mis padres al lado. A ellos estoy convencida de que no les sucederá. Sus cuatro hijos no lo permitirán. Pero, ¿a mí? ¿A las siguientes generaciones? En España 4,7 millones de personas viven solas. Dos millones tienen más de 65 años y más de 850.000 superan los 80. Mercè Pérez Salanova, doctora en Psicología, diferencia entre vivir en soledad y en aislamiento. Aunque está claro y Pérez tiene razón (las personas que viven solas no tienen por qué fallecer de forma inadvertida), quizá va a ser verdad lo que decía Gabriel García Márquez. El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Hasta que llegue ese momento, habrá que vivir el presente y disfrutar de las personas que forman nuestros círculos más queridos. Relacionémonos, que casi todo es mejor en compañía.

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