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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Un viaxe de Xovellanos

Un relato construido con datos extraídos, casi literalmente, de los Diarios

Amanece. Debo salir hacia Uviéu. Jamás hago este viaje sin que mi alma se endulce con el placer de ver cuánto ha influido el camino en la extensión del cultivo: por todas partes hay rompimientos y nuevas caserías. La conclusión del camino hasta León ha de ser una bendición para el país y hará florecer la agricultura, el comercio y la industria. Es necesario seguir allegando fondos para su continuidad y enfrentarse a los obstáculos que continuamente se le oponen. Por lo demás, en cuanto a su trazado y dificultades materiales, el arquitecto Reguera, pese a su estado de salud, ya delicado, solventará cuantos problemas aparezcan.

El tiempo es bueno, aunque algo fresco. El nordeste barre las nubes. Aún me acuerdo del pasado mes de enero. ¡Qué temporal de ábrego! Durante casi todo el mes sufrimos un calor insoportable, tanto que hubo días en que no se necesitó encender la chimenea. Incluso, algunos días vino acompañado de un viento fortísimo, tanto que levantó las tejas de los tejados expuestos al mediodía, entre ellos el nuestro. Y fue la causa de muchos estragos del fuego en Langreo, Siero, Quirós, Lena, como nos contó José Carreño y Cañedo; también los hubo en Nava.

Ayer al mediodía salió el Buen Amigo para Buenos Aires; van en él cinco que fueron alumnos del Instituto: don Antonio González Granda, hijo de don Tomás, que estudió la aritmética; don Benito Suárez, ídem; don Luis, su hermano, aprobado en aritmética y geometría; don Joaquín Caso Álvarez, ídem, y don José Díaz Cifuentes, que estudió una y otra, trigonometría y algo de cosmografía, y que fue despedido por travieso. El Instituto es mi mayor fuente de satisfacción, cuánta felicidad puede traer para el país y sus ciudadanos. Pero también es mi mayor preocupación. Suscita la enemiga de muchos. Ayer hablaba de ello con José Agustín Pedrayes, mientras paseábamos hasta el Piles. Aquí está visto con malos ojos por la Universidad, y en general, por Uviéu. ¡Qué falta de luces! ¡Una institución dedicada a la utilidad pública y a la instrucción de los particulares! El mismo obispo no ha dicho nunca una palabra a favor de él. Ni siquiera el otro día, que tuvimos un día de asueto con los alumnos en Contrueces, en su finca, tuvo el detalle de dirigirles una palabra de ánimo. Claro que el consuelo era verlos a ellos cómo disfrutaban y jugaban, descansando de su esfuerzo diario, aunque algunos se achisparon con la bebida. No importa, lo que hace daño es el hábito, no la ocasión.

Más preocupantes son las noticias que llegan de Madrid tras la dimisión del ministro Valdés, nuestro protector. José Carreño y Cañedo anuncia varias causas de aversión del nuevo ministro de Marina al Instituto, por obra de Valdés, por deseo de novedad, por rivalidad personal a Cabarrús, mi amigo; por oposición a nuestros principios; a pesar de todo, nada temo y nada haré; si el odio reventare, presentaré la frente a la desgracia. No pienso en qué será de mí; pero ¿qué será de esta nueva y tierna planta, nacida a la sombra de Valdés y que tanto necesita aún de influjo y protección?

También por la Corredoria se anuncian nuevas caserías y rompimientos. Pero la alegría de ver cómo progresa el país, no puede arrancar otras preocupaciones. Un correo traído de Gijón por una panadera confirma la capitulación de Bilbao; parece que no fue a nombre de la Diputación del Señorío, como tampoco la de Vitoria, son de la ciudad; pero cuál fuese se puede inferir de la copia que se me envía y anuncia la entrega de Navarra y el objeto de tan miserable política. Hay quien cree que estas provincias han sido levantadas por el marqués de Iranda, y que aspiran a la independencia, y quien haga a José Simón de Crespo cómplice en este sistema. Entonces tanto peor. ¡Qué ejemplo para los demás pueblos! Sea lo que fuere, el mal es ya sin remedio; los franceses trasladarán su frontera al Ebro y tendrán abiertas mil puertas para invadirnos por Castilla y La Rioja.

Al fin entró en Uviéu. Me dirigiré, en primer lugar, a casa de Velarde.

Nota: los datos no corresponden todos al mismo día o año, pero están extraídos, casi literalmente, de los Diarios.

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