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Matías Vallés

El falso fake de Notre Dame

La decepción de quienes pensaron que el incendio de la catedral de París era una noticia fraudulenta

El problema no consiste en que cada vez nos creamos más las noticias falsas, sino en que cada vez nos cuesta más creernos las verdaderas. El asombro no surge hoy por una repentina avalancha de falsedades intoxicadoras, sino por el escándalo fingido de las personas que a los cincuenta años han descubierto que el mundo nos engaña, una gesta equivalente a iniciarse al sexo a la misma edad.

Adquirí esta caudalosa formación intelectual con motivo de la entrevista a un señor francés, el cual adquirió repentina notoriedad televisiva en cuanto compatriota de Notre Dame, que en aquellos momentos ardía por varios costados. El galo compungido inició su evocación catedralicia con una constatación desoladora, "al principio pensamos que la noticia del incendio era un fake". Y luego vino la decepción del falso fake, porque del discurso se desprendía que un fuego fatuo hubiera permitido investigar a los culpables del infundio, acusarlos de un delito de odio a la religión, quemarlos en la hoguera digital, concluir que el mundo se despeña hacia la bancarrota moral. Estas extraordinarias reflexiones, dignas de Baudrillard, quedan anuladas cuando resulta que una simple colilla ha prendido en una estructura de encina.

La tragedia real de Notre Dame, a sustituir por la catástrofe quincenal que sacude al planeta, no podrá igualar jamás al sueño de dibujos animados de un fake. De hecho, el francés enmudeció tras consignar la frustración por no tratarse de una noticia falsa. Al igual que sus contemporáneos, había perdido la capacidad de responder a la realidad. Los incendios y conspiraciones falseados intensifican la experiencia humana, nos conceden la capacidad de intervenir frente a la fatalidad. Al fin y al cabo, levantarse cada mañana con un resto de energía es el mayor fake que pueda imaginarse sin la intervención de Putin. Los universos paralelos existen, y se encuentran en éste.

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