Recordaba Manuel Fernández en LA NUEVA ESPAÑA de Xixón la inauguración en la ciudad de dos estaciones ferroviarias en 1990. Una escalera mecánica que sobrevolaba el tren de vías pretendía facilitar el acceso a la estación de largo recorrido. Ilustraba el reportaje una fotografía de don Vicente Álvarez Areces inaugurando la citada pasarela mecánica, pasarela que, cumplida su función fotogénica el día de la inauguración, quedó sin funcionamiento a los pocos días.
Las pasarelas son un símbolo de la actividad política. ¿Qué es un político, sino un modelo que se exhibe a todas horas por una pasarela pregonando sus discursos? El señor Álvarez-Areces y, con él el PSOE asturiano, fue siempre uno de los más destacados especialistas en el uso e invento de esas talameras donde el producto se engalana con vestidos llamativos, a fin de seducir a los espectadores. Y, al respecto, ¿qué otra cosa fue el Centro Niemeyer sino una inmensa pasarela desde la que despertar la admiración y pasmo de la gente avilesina y asturiana? ¿No se acuerdan ustedes de cómo se nos enseñó, por ejemplo, a Woody Allen, Brad Pitt o Kevin Spacey en su periplo niemeyeriano? Tan pasarela, tan feria de las vanidades fue aquello, que hoy sus entrañas siguen desfilando por los tribunales asturianos, descubriendo las entretelas de su funcionamiento.
Menos amigo era el señor Areces (y menos sigue siéndolo el PSOE) de otro tipo de pasarelas. En 1999, fruto de un acuerdo presupuestario nuestro con el Gobierno de Sergio Marqués, quedaba en marcha un proyecto largamente demandado en Muros y Sotu'l Barcu: una pasarela sobre el Nalón que uniese ambas orillas. La primera decisión del Gobierno de Areces, fue eliminar tal proyecto definitivamente. Hace poco, don Javier Fernández volvió a prometer la pasarela. Veinte años.
Premiando tales desvelos, el PSOE arrasó en Sotu y Muros en las recientes elecciones. Y es que "amores reñíos son los más queríos".
