La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una obra cosmopolita y comprometida

Concibe el proceso creativo como un privilegio y una necesidad que no distingue de opciones sexuales

La flamante premio "Princesa de Asturias" de las Letras de 2019 es una vieja conocida del público lector asturiano ya que varias de sus novelas han sido reseñadas en el suplemento "Cultura" de La Nueva España y ella misma habló de su obra en el Centro Niemeyer de Avilés en 2017. Autora también de poemas, relatos breves y ensayos literarios, Siri Hustvedt, estadounidense de padres noruegos, ha sido finalista de varios premios reconocidos en el mundo literario internacional ("Man Booker", Libreros de Barcelona y "Waterstone´s Literary Prize" entre otros) y recibió el premio de las Librerías de Quebec en 2003, el "Fémina" en 2004, el premio internacional "Gabarrón" de Pensamiento y Humanidades en 2012 y el premio de "Los Angeles Times" en 2015.

Es doctora Honoris Causa por las Universidades de Oslo, Stendhal-Grenoble y Gutenberg-Mainz. Su obra narrativa forma parte de los programas de muchas universidades occidentales como ejemplo de las preocupaciones éticas y estéticas referidas a la construcción de la identidad artística.

En sus obras confluyen personajes que son trasunto de artistas reales, así como investigadores de la creación artística, lo que convierte sus novelas en críticas variadas y sugerentes, ofrecidas por personas entusiastas unas e interesadas otras, inscribiendo así un mundo social y artístico muy parecido al del momento histórico en que la obra se sitúe. Para lograrlo, su prosa se resuelve en entrevistas, cartas, reseñas, entradas de diarios, notas y comentarios que se implementan o se yuxtaponen a efectos de obligar a quien lee a formarse su propio criterio. Sus obras están escritas en un lenguaje desprovisto de artificios poéticos, con citas de filosofía y de teoría artística, dando referencias concretas de fechas y lugares e intentando poner orden y claridad en las aparentes contradicciones en que incurren los materiales con los que se perfila una obra de arte.

Obra que puede ser artísticamente buena, pero ignorada por unas u otras razones, a la vez que lo contrario es también perfectamente factible. En "El mundo deslumbrante" (2014), por ejemplo, Burden, el personaje principal, hace clara alusión a cómo se siente, atrapada en un cuerpo que determina su valor social y artístico, pues la expone a una amplia variedad de opiniones ajenas a su propia valía como artista, lo que cercena su capacidad de expresión como sujeto pensante.

Ya su primera obra, "Los ojos vendados" (1992), Hustvedt se refiere a las dudas e inseguridades de quien se pone a escribir su primera novela, lo que pudiera interpretarse, por tanto, como su propia experiencia ante la página en blanco y el caudal de palabras que pueden expresar aquello que aún es personal y ha de pasar a formar parte de la experiencia cultural colectiva. La autora y el personaje principal se plantean muchas preguntas. Quién puede contestar a la difícil cuestión de cómo se enfrenta una a la página en blanco de una obra por empezar. Cómo se entra en la mente de los demás, de unos personajes envueltos en el misterio, en su propio egocentrismo o directamente en la enfermedad y la locura. Cómo encauzar el impulso artístico, los sueños, el erotismo y el sentimiento de incapacitación que atenaza la mano que sostiene la pluma, el pincel, el cincel, etcétera.

La obra de Hustvedt incide en la fragmentación personal y en la diversidad social: en la diferente perspectiva de las obras artísticas, de lo que concibe quien la produce y de cómo es percibida por quien la recibe, en las variadas y, para algunas personas, extrañas visiones que ofrece el arte, y, no menos importante en Siri Hustvedt, en la convivencia cotidiana con la locura aparente y con la cordura normalizada, con el anonimato y lo que constituye la fama. En una palabra, con los peligros de la desubicación personal y la alarma generada al enfrentarnos con transmutaciones derivadas de nuevas e inevitables experiencias.

En estas coordenadas se inscriben las razones que definen a Hustvedt como feminista. Concibe el proceso creativo como un privilegio y una necesidad humana que no distingue de opciones sexuales ni etiquetas predefinidas, más allá de las experiencias personales y los condicionamientos de época y lugar. Entre estos últimos se encuentra, siempre, la misoginia, más que dispuesta a enjuiciar la obra de arte a través de su rechazo a la artista, y a desviar los posibles valores de la primera, bien ignorándola, bien centrando su atención en el físico o en la moral de la artista como persona privada. La misoginia puede llegar al paroxismo cuando se topa con una mujer ambiciosa y que puede alcanzar las metas que se ha propuesto. En su libro de ensayos "La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres", publicado en 2016, encontramos amplia evidencia de tal anómala situación.

Compartir el artículo

stats