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Alberto Menéndez

Zozobra tras un pobre derbi

El partido fue fiel reflejo de lo que son ahora los dos equipos asturianos

El derbi de ayer en el Carlos Tartiere fue un fiel reflejo de lo que son en estos momentos los dos grandes equipos del fútbol asturiano, dos conjuntos que pugnan por salir de la zona baja de la clasificación, en el caso del Oviedo de los puestos de descenso. Es cierto que en muchos de estos partidos de rivalidad regional la intensidad, la presión y el ambiente desmesurado pueden dar al traste en muchas ocasiones con el juego más o menos brillante por parte de los contendientes. Lo malo es cuando se tiene la sensación de que el mal juego no es producto de una tensión excesiva, de un abuso de la implicación con el proyecto deportivo, sino más bien de la falta de argumentos futbolísticos de los protagonistas del evento.

Oviedo y Sporting mostraron ayer sus carencias en el primer derbi de la temporada disputado en el Tartiere. Son estas las que les han llevado a los dos a estar donde están en la tabla clasificatoria. Pueden engañarse a sí mismos sus entrenadores diciendo que jugaron mejor que el contrario y que merecieron la victoria (algo a lo que es muy dado, sobre todo, José Alberto López), pero la verdad es que ninguno de los dos equipos trasladó buenas sensaciones a sus aficionados. El problema de fondo no es el 0-0 del derbi en sí mismo (sin, por supuesto, restarle valor a la rivalidad entre oviedistas y sportinguistas), sino hacia dónde se dirigen con su juego los discípulos de Javier Rozada y José Alberto López.

Mirar hacia arriba, hacia los puestos de privilegio, a los lugares que hacen soñar con el tan deseado ascenso, no parece que esté por ahora al alcance ni del Sporting ni del Oviedo. Sobre todo si, como sucedió ayer, no pueden contar con sus jugadores más imaginativos y decisivos, el rojiblanco Manu García y el azul Saúl Berjón. Es evidente que sus clubes dependen quizás en exceso de ellos y que sus técnicos no encuentran alternativas fiables cuando, por las razones que sean, no son de la partida. Sin Manu y sin Saúl, el último pase, la jugada imprevista, no llega con la facilidad que debiera para sorprender al contrario.

En el partido de ayer el equipo de José Alberto López quizás estuvo mejor plantado en el terreno de juego durante más minutos que el de Javier Rozada, sobre todo en la segunda parte. Probablemente, los gijoneses mostraron mayor confianza, pero sin la mordiente necesaria de cara al gol, y así es muy difícil ganar los encuentros. Por su parte, los azules, aun con errores significativos, dieron mayor sensación de fortaleza defensiva que en Huesca. Y también tuvieron alguna oportunidad para marcar. Pero ni uno ni otro conjunto mostraron argumentación suficiente para llevarse los tres puntos.

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