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¿En qué piensa Jovellanos?

Consideraciones ante el retrato del ilustrado pintado por Goya

¿En qué piensa Jovellanos mientras el genial Goya pinta su retrato en el año 1798, hace ahora doscientos veintiún años? Jovellanos descansa la mejilla sobre su mano izquierda, como dejándose llevar por la melancolía, la pesadumbre o la añoranza. La melancolía, como nos recuerda el catedrático de Psicología Marino Pérez Álvarez, es un sentimiento asociado a la filosofía, la política, la poesía y el arte. La melancolía forma parte de la excepcionalidad.

¿Estará pensando en Gijón, su querida "tierrina", donde vino al mundo en 1744, ciudad a la que quiere convertir en "la maravilla de España"?

¿Estará pensando en Sevilla, donde pasó los diez mejores años de su vida, y donde, según anotó, le "nacieron las entrañas"?

¿Estará pensando si podrá mantener su obra más querida, el Instituto para enseñar ciencias útiles que inauguró en su ciudad natal en 1794?

Viviendo en Madrid, se le desterró a Gijón cuando trató de salvar a un amigo inocente. Fue el más fructífero de los destierros. ¿Estará pensando en que, si no lo hubieran confinado en su ciudad natal, quizá no se habría podido erigir su Instituto?

¿Estará pensando en la educación pública, a la que ha dedicado sus mayores desvelos? Siempre comenta apasionado: "La instrucción pública es la primera fuente de prosperidad de las naciones, y así son ellas de poderosas o débiles, felices o desgraciadas, según que sean ilustradas o ignorantes".

A lo mejor piensa en las extrañas vueltas que da la vida. Poco antes de ser llamado a la Corte, fue nombrado embajador en Rusia. Su hermana Xosefa, lo contó en un poema inolvidable: "Fixerunlu baxador / d'un llugar mui escondíu / cuatro llegües más abaxu / del purgatoriu y el llimbu. ¿Estará pensando en el rumbo que habría tomado su vida si hubiera partido al lejanísimo país de los zares?

Mientras Goya lo retrata, ejerce de ministro de Gracia y Justicia, ¿estará pensando en la enorme responsabilidad de su cargo, o en las mejoras que trata de llevar a buen término? Detesta lo que ha visto en la Corte del rey Carlos IV. Por eso escribió: "Dichoso si conservo el amor y la opinión del público que pude ganar en la vida oscura y privada". ¿Estará pensando en las náuseas que le produce la corrupción que lo rodea?

¿Estará pensando en si alguien lo recordará en los años venideros que se dibujan tan inciertos en el horizonte? ¿Estará pensando si sabrán de sus desvelos por Asturias, pongamos, en el año 2019?

Goya consiguió pintar con fuerza su melancolía. Pido perdón por citar lo que ya escribí en mi libro "Alma de papel": "Quiso el artista / pintar / el pensamiento / de aquel / gran hombre. Y, con toda / su destreza / solo logró / plasmar / en el lienzo / su tristeza". La melancolía es una tristeza, sí, pero, bendita contradicción, es una tristeza alegre: esa es su fortaleza.

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