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Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

El miedo y la dignidad

Adolfo: "Mi padre no era muy aficionado a dar consejos (solo alguno que otro malicioso a gente que le caía mal) así que me sorprendió mucho cuando el día que cumplí 18 años me regaló su viejo reloj del ejército soviético añadiendo una pequeña tarjeta en la que podía leerse una frase que no sé si era suya o la había sacado de alguna de las muchas novelas de espías que devoraba con pasión contagiosa (me la contagió). Ten siempre el nivel del miedo por debajo del nivel de la dignidad. Me conmovió, más por el gesto inesperado que por el contenido. Hay lecciones que solo se aprenden cuando sabes distinguir entre lo valioso y lo inservible. Mi vida había sido hasta entonces bastante plácida, sin episodios dramáticos o tóxicos dignos de recordar, así que aún estaba lejos de necesitar reflexiones y decisiones relacionadas con la supervivencia en un mundo donde la rapiña es el plan nuestro de cada día.

El calendario fue avanzando y los errores propios y ajenos me fueron obligando a tomar decisiones que, francamente, nunca tuve muy claras. Envidio a esa gente que toma un camino u otro sin titubeos. Miento. No les envidio. Les compadezco: la duda es bella. Pero sí puedo presumir de que no traicioné nunca lo que me aconsejó mi padre, como si fuera un mástil al que agarrarme cuando arrecia la tormenta. He sobrevivido a varias y tengo cierta autoridad para hablar sobre sus causas y consecuencias. Seguramente habría llegado a puertos más lejanos de haber aceptado rutas más fáciles por mares contaminados o haberme enrolado en naves más veloces y corrompidas, pero preferí decir no cuando todos esperaban un sí y di prioridad a mis principios para evitar finales con perdices envenenadas.

No soy un héroe. No merezco ser ejemplo de nada. No tengo enseñanzas para nadie y mis consejos los reservo para mis propios demonios: no os acerquéis que muerdo. Sé lo que es pasar noches en vela por el temor y la inseguridad, y ninguna de mis derrotas puedes considerarse bella, pero hay una barrera que nunca salté ni rodeé ni rompí: el miedo siempre debe estar por debajo de la dignidad".

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