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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Andrés de York y otros jamones

A Andrés de York le han hecho un sándwich, vuelta y vuelta. El tercer hijo de la reina de Inglaterra, la venerable anciana que, con tanto manguán en la familia, no abdica porque no tiene en quién, ha sido apartado de la vida pública por un escándalo sexual de enormes dimensiones, relacionado con la corrupción de menores. Parece que la sangre azul es proclive a los excesos de bragueta. Todo lo que tiene de tila en las venas la realeza a la hora de tomar decisiones trascendentales, se les vuelve un arreón de testosterona al paso de una escoba con faldas. ¡Cuánto queda aún en el inconsciente de las monarquías modernas del antiguo derecho de pernada!

A Andrés de York, sus camaradas del British Army -qué manía tan frecuente de las casas reales, la de mandar a sus familiares al Ejército, a ungirse de charreteras- le llamaban "Andy randy", que podría traducirse como "Andresito el cachondo". A la reina Isabel, el príncipe jamón le salió rana. Lo poco razonable que osó usurpar parcelas del territorio de "La Firma" -como llaman comúnmente los ingleses a su Casa Real- fue Diana de Gales y miren cómo acabó, rebanando los sesos en un túnel de una autopista francesa, de huida de los "paparazzi" en los brazos de un "playboy".

"Andresito el cachondo" mostraba en su irresoluta conducta una tendencia escasamente ética: la de utilizar el título para favorecer el enriquecimiento personal. Como un Urdangarín cualquiera. Con la diferencia de que no es lo mismo ser el yerno del Rey que el hijo predilecto de la reina. Si bien en ambos casos suenan aplausos republicanos entre bambalinas.

Dicen que quien instó a Isabel II a apartar de sus funciones a Andrés fue el heredero, el príncipe Carlos, que con un poco de suerte se ceñirá la corona a las puertas del geriátrico. Al duque de York se le ha terminado el Joselito.

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