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La "butater"

De cómo Esquerra calienta y rompe negociaciones

La década de los sesenta alumbró una España que empezaba a superar las miserias de la posguerra. El 600 modernizó la movilidad y la "butater" jubiló fríos invernales al ritmo de sus anuncios: "Calienta pero no quema, calor blanco con butater".

La sabiduría popular acuñó con su nombre situaciones que, aparentando culminar con éxito, acababan en final desalentador. Por eso, dicha estufa, define con precisión la estrategia negociadora de Esquerra.

Hace tres años Soraya Sáenz de Santamaría estableció con Oriol Junqueras una relación de confianza para encauzar la relación entre los gobiernos de España y Cataluña. En junio de 2017 la Vicepresidenta declaró sentirse traicionada por el líder catalán y se produjo el "choque de trenes".

El 26 de octubre de 2018, Puigdemont tenía previsto convocar elecciones autonómicas, tal como había hablado con Junqueras. Desde ERC Rufián tuiteó con las "155 monedas de Plata". No hubo elecciones y sí declaración unilateral de independencia.

Este mismo febrero Esquerra presentó una enmienda a la totalidad a los Presupuestos del PSOE y Podemos que finiquitó el Gobierno de Pedro Sánchez que ellos mismos habían posibilitado, ocho meses antes.

"La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía", sentencia un proverbio árabe. Especialmente cuando debes negociar con un tal Rufián, diputado truhan que ahora, taimadamente, se arroga el papel de señor.

Reconozco que en mi opinión sobre él influyen algunos rifirrafes que mantuvimos en la XI Legislatura. Especialmente el que se produjo cuando tildó al Grupo Socialista de vendido, traidor y algunas lindezas más, por oponernos a su pretensión de que compareciera en una comisión el comisario Villarejo. Quería que el presunto delincuente, hoy encarcelado como sospechoso de graves delitos que pudieron reportarle un enriquecimiento ilícito, hablara en el Congreso como paladín de la honradez y la transparencia.

España precisa imperiosa y urgentemente Gobierno. El PP, con su equivocada negativa a posibilitar el de Pedro Sánchez (lo digo con el aval personal de haber posibilitado uno de Rajoy para evitar unas terceras elecciones), no dejó más opción que intentar con Unidas Podemos una coalición de izquierdas.

Pero ambas fuerzas no suman suficientes diputados para asegurarlo. Y con ERC, no creo posible un gobierno progresista porque su prioridad hoy no es la lucha contra la desigualdad, sino continuar con la vía independentista, es decir, romper con la Constitución.

Es necesario ensayar un plan B. Y ahí coincido con J. A. Ortega Díaz-Ambrona: "Construir una "entente constitucionalista" ante lo que se nos viene encima me parece prioridad básica. Vale la pena probar".

Acuerdo al que habría que esforzarse en sumar a Podemos, por difícil que parezca. No olvidemos que el actual texto constitucional contó con el sí del PCE (hoy en UP), y no lo tuvo de la mitad de AP, madre del PP actual y plenamente constitucional.

De no lograrlo corremos el riesgo que proclamaba una de las pintadas más recordadas de nuestra Transición: "¡Viva Soria libre! Queremos puerto de mar y el Orfeón Donostiarra".

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