A expensas de lo que decidan las bases gijonesas de Podemos, el escenario se muestra propicio: la Administración central, la regional y la local están jugando la misma partida de ajedrez en tres tableros diferentes, con jugadores que llevan en la camiseta el mismo escudo, y puede que haya consigna de procurar entendimientos. El único temor, o el temor máximo, de los socialistas gijoneses es desconocer la fuerza del grupo municipal morado, a la hora de convencer a la asamblea de la bonanza del acuerdo. Hay elementos que sin duda tratarán de abortar el final feliz o tendentes a plantear exigencias que lo hagan inabordable. Difícil de justificar, por otra parte, si se tiene en cuenta que un Podemos previo, con otro nombre, se abstuvo en el anterior mandato y permitió que Foro sacará adelante sus cuentas.
Puede que muchos gijoneses pongan reparos -es entendible y hasta razonable- a un gobierno estatal con PSOE y Podemos a lo Picapiedra, ante el temor de ver cómo Pedro y Pablo se reparten el chuletón de brontosaurio; pero a Gijón le conviene disponer de un presupuesto nuevo y a la medida de quien gobierna, no unas cuentas recibidas en pésima herencia y gastadas. Más difícil tendrá Barbón entenderse con Ripa. Ese baile sí puede acabar como el tango de Roxanne.