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Viernes negro, sociedad de consumo y emergencia climática

Qué difícil resulta, cuando te enfrentas al folio en blanco que, quieras o no, como si dispusiera de vida propia, más de una vez te mira aviesamente, esboza una ácida sonrisa y a modo de espejito mágico parece transmitir, no te molestes, hoy no es tu día, la inspiración brilla por su ausencia y cualquier escrito que elabores perecerá en segundos, el tiempo que tardes en leerlo y destruirlo.

Son esas jornadas en que la pereza te inclina hacia los temas trillados en las páginas de todos los diarios: la situación en Cataluña; el abrazo de Pedro y Pablo; los Gürtel (PP), los ERES (PSOE), la ultraderecha más los populismos a nivel mundial. El tú eres más corrupto que yo. Los pactos y componendas para formar Gobierno con partidos ajenos al sentir de la mayoría. Las declaraciones vacías de contenido. La abstención de Casado. Las ideas y modales de Vox?

La vagancia de esas mañanas (o tardes) tontas e inservibles en las que el teclado intenta campar por libre para imponer un criterio, una preferencia, que a ti no te interesa por ser una historia de la que todo el mundo escribe, opina y, además, adocena el pensamiento. Entiendo que es necesario conocer, siempre que se adapten a la realidad y sin pasión de ideas, apreciaciones diferentes sobre cualquier tema; siempre aprenderemos y, por supuesto, sabemos que de la discusión y del contraste de pareceres sale la luz que tanta falta nos hace. Sobremanera, si todo lo aderezamos con un soplo de brisa fresca.

Me vienen a la memoria unos versos de León Felipe, en "Antología rota", que encajarían de maravilla entre estos renglones preñados de ilusión: "Poesía, / tristeza honda y ambición del alma, / ¡cuándo te darás a todos? a todos, / al príncipe y al paria, / a todos? / sin ritmo y sin palabras!". ¡Ojalá pronto nos alcance! Lo penoso del caso es que esta calamidad de sociedad en la que nos ha tocado vegetar, mantiene posiciones opuestas y ajenas a la poesía, ya que esta no motiva adhesiones suficientes para crear un mundo coherente con la naturaleza y un futuro sostenible.

A nadie le parezca mal cuando afirmo que la especie humana ni tiene criterio ni le importa, en realidad está como una cabra, siempre a merced de lo que las redes sociales indiquen. Un singular ejemplo es con qué facilidad pasamos del blanco al negro, de las compras sin tasa a la emergencia climática. Estuvimos inmersos en esa locura de "Viernes negro", en la que fabricantes y comercios nos tientan, sean auténticos o no, con sustanciosos descuentos, la mayoría de las veces por productos que para nada necesitamos: vestidos, electrodomésticos, informática, tecnología, automóviles, motos, bicicletas, joyas?, cualquier artículo que busque lo encontrará en sus catálogos. Por supuesto, sin pararnos a pensar si el teléfono o la tarjeta de crédito arden, la contaminación correspondiente se eleva a límites estratosféricos o si merece la pena reparar lo que tenemos.

Cuesta trabajo creer que, sin transición, en un espacio de escasas horas y gracias a los medios de comunicación que, afortunadamente, están prestando la cobertura debida a la urgencia, no de revertir el cambio climático, campo en el que parece que hemos alcanzado el punto sin retorno, sino de minimizar lo más posible sus consecuencias. El desafío es mayúsculo: lograr la neutralidad del carbono para 2050. ¡Ahí es nada!

Tiene un gran poder y mantiene una ignorancia supina; hablo (sin ánimo de insultar) del inquilino de la Casa Blanca, de esa mula parda llamada Donald Trump, que retira Estados Unidos del acuerdo de París. En un contexto de emergencia climática, cuando el mundo científico alerta del peligroso impacto que tendrá sobre la especie humana si el calentamiento global sube a finales de siglo más de 1,5 grados centígrados, a causa de los gases de efecto invernadero, él lo niega. Claro que no hace falta ir tan lejos. Aquí mismo, el subdesarrollo mental, a costa del negacionismo, es sobresaliente; los mismos que afirman que la tierra es plana, que el hombre no ha llegado a la luna, que la violencia machista es cuestión de izquierdosos, y desprecian la influencia que la activista Greta Thumberg haya tenido para concienciar a niños y jóvenes en la defensa medioambiental. Algunos le recomiendan no perder el tiempo y asistir al colegio, otros, como he leído hoy mismo, dedicarse a cuestiones más importantes. ¿Será que la emergencia climática es una cuestión baladí?

Al final te das cuenta. La que ordena y manda es la mente. Intenté escribir un artículo sobre un tema inédito y, sin darme cuenta, he aterrizado sobre un terreno manido al que diariamente se le dedican cientos de páginas. En otra ocasión, se lo prometo.

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