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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

La cesta es emocional

El salario emocional es que la gente se contente con su salario a cambio de un trato correcto. Lo que debería ser normal sirve para ahorrar en nóminas. Cambio ascenso por motivación y subida del IPC por aumento del SE. Se monetiza no hacerlo mal, se ahorra dinero por no ser una empresa tóxica, pronto desgravará no cometer crímenes en el curro.

Lo peor del salario emocional es que no es convertible. El banco no te retrocede las comisiones porque en vez de entrar en el banco con modales de atracador le cuentes un chiste a la directora. Si no te llega el salario para pagar la renta del piso, no puedes pagar un 10% en un apretón de manos al casero con cálida firmeza y simpatía en la mirada. "Ven que te dé un par de besos, que me llevo la baguette gratis" contentará a pocos panaderos. Nunca pagues en emociones la carrera de un taxista, que bastante tienen ya con la COPE y los mangantes.

El salario es salario, también en especie. Fujitsu dejó de dar la cesta de Navidad a sus 1.600 trabajadores en España y el Tribunal Supremo ha dicho que no puede, que es un derecho adquirido. Fujitsu vio que la cesta de sus empleados le costaba un dinero que prefería poner del lado de los beneficios y les quitó el turrón duro y el blando. Eso produjo una bajada de sueldo emocional desmesurada porque la cesta de Navidad es mucho más que peladillas y cava.

La cesta de Navidad es pertenencia y un montón de valores que no se compran con alimentos, pero se expresan con comida y bebida metidas en una caja. En la sociedad en la que vivimos, con la Navidad vaciada de paternalismo católico de los tiempos del hambre, la cesta es algo obsoleto, pero que vale más que el dinero que cuesta, aunque esté consignado en convenio.

Qué se le va a hacer.

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