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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Los de Yuncos y las gambas

De chaval y hasta la Facultad practiqué el baloncesto porque, como dijo Ranko Zeravika, es un deporte que se juega con la cabeza, al contrario que el fútbol, que se disputa con los pies. Cada verano nos enfrentábamos en un torneo de ferias con equipos de los pueblos limítrofes. Unos años ganábamos los de Illescas, otros los de Añover, pero los de Yuncos perdían siempre. Al finalizar la competición, el patrocinador agasajaba a los participantes con un ágape que tenía como principal argumento generosas raciones de gambas cocidas. "Al baloncesto nos ganaréis, pero a comer gambas estáis perdidos", decía el capitán de Yuncos. Se las comían enteras, sin pelar, salvo las cabezas, que aparcaban y chupaban después, de manera que cuando cada jugador de los otros equipos daba cuenta de una, los "chocolateros", que así los apodan en la comarca, ya llevaban dos y los más diestros tres.

Había uno, un mastodonte de metro noventa y más de cien kilos de grasa, que de las cabezas solo dejaba los ojillos negros. No sé qué habrá sido de ese muchachote, pero debió de convertirse en un almacén de cadmio. El mensaje navideño y aguafiestas de este año de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria recomienda no chupar las cabezas de las gambas, apetitoso manjar, por la presencia de un metal que se está poniendo muy pesado, y que, al parecer, llegado al organismo en exceso puede resultar cancerígeno y afectar incluso a la función renal.

O sea, que al precio que se pone el marisco en estas fechas, que sale por un riñón, solo falta perder el otro por culpa del lindo chupe crustáceo. Aunque como siga lloviendo en Navidades como en estos días habrá que cambiar de menú y poner las gambas con gabardina.

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