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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

¿Dónde están los Reyes?

Sorprende la injerencia mayúscula de Papá Noel en nuestras vidas, la presencia creciente de ese orondo barbudo que conduce un trineo al mando de un reno con nombre de lugarteniente hitleriano. ¿Dónde están los Reyes? ¿Por qué han permitido la usurpación de funciones por parte de un estereotipo republicano que se cuela por las chimeneas como si fuera un saco de hollín? ¿Han perdido las monarquías su vieja estrella? ¿Los Magos de Oriente se han des-orientado?

Muchos españoles esperábamos en Nochebuena un mensaje de Su Majestad políticamente incorrecto, aunque fuera ligeramente, y con capacidad para sortear la censura de Moncloa. Con más alusiones a Cataluña que considerar lo que está ocurriendo en ese territorio hostil como "una preocupación". Es cierto que el Rey no puede decir en Navidad lo que piensa, sino lo que conviene, pero a nadie que defienda la integridad territorial de este país se le escapa que el problema catalán ha dejado de ser preocupante para convertirse en un espanto, en una señal que da pavor.

Se juega mucho Felipe VI en el envite próximo de la conformación de un nuevo Gobierno en el que tendrán cabida siglas dispuestas a finiquitar la Corona y a convertir en retales la túnica de la organización del Estado. Estuvo bien su defensa de la Constitución, pero la mal llamada Carta Magna no es la piedra filosofal que convierte el pedrusco catalán en oro integrador: con la mayoría suficiente, puede modificarse en cualquiera de sus preceptos, incluso en el que garantiza la pervivencia de la monarquía parlamentaria.

El Rey habló, pero su mensaje navideño sonó a homilía, a prédica de púlpito, a ejercicio asombroso de funambulista.

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