El día de los Inocentes, tal que hoy, ha perdido su razón humorística de ser puesto que la inocentada se ha instituido y practica a diario sin que tenga la menor gracia. Por ejemplo, está el caso del CDR, imputado por fabricar bombas, que acaba de liberar la Audiencia. A Alexis Codina, al que estoy viendo en una de las fotos incautadas por la Guardia Civil, portando un fusil de asalto con la mano derecha y levantando el puño izquierdo, le intervinieron precursores de explosivos y documentación para confecionarlos pero ha sido puesto en libertad porque aún no había tenido tiempo para ello.
Con las sustancias que le encontraron no se puede elaborar un panettone ni un roscón de Reyes, tampoco sirven para desatascar retretes, únicamente bien mezcladas y en las proporciones adecuadas podrían haber llegado a convertirse en explosivos, pero eso jamás sucedió. Los materiales sin usar han hecho de Codina un presumible terrorista frustrado en libertad bajo fianza. Un ser inocente.
Cuando un tribunal resalta como en esta ocasión que hay "una objetiva inexistencia de explosivos" en poder del CDR podemos dormir tranquilos. Los imputados solo disponían de "precursores" para fabricarlos lo que no garantiza que en algún momento tuvieran la intención de ponerse manos a la obra y mucho menos atentar con ellos. No hay, por tanto, según los jueces, juicio suficientemente fundado sobre la naturaleza o no terrorista de los hechos, ni de la existencia de una organización que tuviera en mente tales fines.
Torra se ha apresurado a pedirle a Sánchez que se disculpe por las difamaciones contra estos angelitos. No es descartable que lo haga si los explosivos no objetivos permiten allanar el camino hacia su investidura. Hoy mismamente si es preciso.
