Aterriza en Gijón con un discurso aguerrido Miroslav Djukic, nuevo entrenador del Sporting, el último mirlo de la arboleda de Fernández, al que le duran los técnicos menos que la batería al móvil de Rufián. "Quiero un equipo valiente", sentenció el recién llegado tras descabalgar la maleta del coche oficial de Torrecilla. El mismo día y casi a la misma hora, idéntica frase entonaba Curro Torres, al que han encomendado la tarea de enderezar el timón del Lugo, un club que ve cómo su nave se conduce al pairo: "Quiero un equipo valiente". Lo dice un tipo que ha dirigido 34 partidos en Segunda, con un balance paupérrimo de seis victorias, ocho empates y veinte derrotas. Eso no es valentía, es temeridad. A lo mejor a Torres le ofrece más rendimiento acochinar al equipo en tablas, mantener las líneas juntas, esperar a que escampe y pillar una contra salvadora.
Cuando un entrenador dice que quiere un equipo valiente está lanzando un dardo a su predecesor, al que recrimina cierta cobardía. O puede que el mensaje se dirija a los jugadores, que presas del canguelo se van por patas cuando la pelota viene torcida. José Alberto inició la temporada anunciando un once mandón con ganas de monopolizar el discurso del cuero, y a las primeras de cambio regresó al patadón y al "viva Grao". Pudo llegar a mayo y celebrar el ascenso en la Begoñina con un cachopo, pero tanta irrelevancia no le alcanzó ni para el turrón; si bien habría que reconocer en su descargo que el director deportivo le hizo pasar por bugres una ración de gamba arrocera.
Djukic va de "gallu" y asegura que, pese a encontrarse al equipo hundido en la tabla, no renuncia al ascenso. Aplaudamos de entrada ese arranque de osadía.
