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José María de Loma

Despedidas

La entrada en los años veinte, que en el siglo pasado fueron felices, atolondrados y de Charlestón

En Uganda es tradición despedirse soltando un eructo. Hay quien se despide a la francesa y quien nunca se despide. León quiere despedirse de Castilla y Cataluña desea decir adiós a España. León prefiere ser cabeza de ratón.

Adiós suena a irreversible y los optimistas preferimos un jovial "hasta luego". Las despedidas son tristes pero no hay nada que dé más alegría que despedir a la tristeza. Despedir a un plasta da placer y alivia y quita peso de encima. No está mal despedirse de los kilos de más. Despedirse de un mal hábito, de un cenizo y un cenicero es buena cosa, aunque aquí también somos partidarios de despedir a los esfuerzos inútiles. Ya saben: solo conducen a la melancolía. Hay que ir despidiendo este año, al que sucederá otro de guarismo redondo. Entramos en los años veinte, que en el siglo pasado fueron años felices, atolondrados y de Charlestón. Despidamos al que no devuelve el saludo, al altivo, el dogmático y el malhumorado. Despidamos las pérdidas de tiempo, los libros que empiezan mal y los sábados que llueve. Hay que despedirse de no viajar. Me resisto a despedir a mi viejo teléfono y me despido de lo que era un bebé para decir hola cada mañana a quien cada vez se parece más a todo un hombrecito. He ido unas cuantas veces este año al camposanto, funcional, ajardinado, anestesiante y con cafetería de mi ciudad a despedir a gente que se ha ido muy pronto. Se ha despedido del hospital un vital camarada, toda una alegría. El calendario va despidiendo el año si bien aún le quedan a este 2019 algunas horas para proporcionarnos placer, gastarnos una putada, involucrarnos en una ganancia o granjearnos un ascenso. Los vasos de tubo se han despedido de las fiestas. Gusta mucho lo de "te quiero". Tampoco está mal "despido improcedente". Hay que desmentir las mentiras sobre Uganda. Despedir al tópico y despedir la Pepita de la uva, a la que alguno llaman Josefa si no tienen confianza con ella.

-Despida la columna joven.

"Vaya despidiéndose, amiga", solía decir María Teresa Campos cuando quería concluir una entrevista. La primera despedida de un ser humano es cuando le cortan el cordón umbilical. Ya solo para siempre. Desacordonado y echado al mundo. Se ha despedido uno de los largos y ociosos veranos, de las fiestas en la playa y las digestiones de dos horas sin catar las olas. Como de tantas cosas en la vida. Despidámonos también un rato de la melancolía, que nos aguarda la pajarita y el matasuegras. O el dulce sofá escuchando las canciones de siempre. Hola 2020.

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