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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Sesión de embestidura

La primera jornada de la sesión de investidura para la canonización alicatada de Pedro Sánchez tuvo por momentos arranques de embestidura. No faltaron los ataques cerriles desde ciertas bancadas del hemiciclo, que a topetazos de testuz dejó de ser sacrosanto púlpito para asemejar por momentos la arena de un ruedo.

Por mucho que se empeñe la izquierda en finiquitar la cosa taurina, la derecha no va a perder el hábito de convocar al morlaco allá donde se forme un redondel, con ánimo avieso de zarandear al pelele. En ese paseíllo de ayer de los toriles al estrado, Abascal fue el minotauro y Casado el "Islero" de Manolete.

Estamos en el umbral de una nueva época, de la "tercera transformación de España", hinchado como un pavo y solemne Sánchez dixit. Ocurre que con tanta concesión al nacionalismo y a los mandarines territoriales que harán cola pedigüeña a la puerta de su despacho, el más que previsible presidente del Gobierno tendrá que esforzarse en imitar a Mitrídates Eupator, que administraba justicia en los veintidós idiomas de su imperio.

Aznar se conformaba con hablar catalán en la intimidad mientras Pujol hacía caja con el tres por ciento. El nuevo inquilino de Moncloa va a tener que leer a Pla por las noches y buscar profesor de euskera, gallego, valenciano, guanche y jerga turolense después de la siesta.

Más palabras gruesas que argumentos hubo, más abucheos que aplausos en las vísperas del día D y la hora H del cambio del recambio. "No se va a romper España", quiso tranquilizar a la audiencia el aprendiz de brujo convertido en el Merlín de la izquierda única, grande y libre. Basta con que se deshilache.

Para mejor o para peor, este país ya no será el mismo.

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