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Antequera no existe

La desconfianza territorial en España y el fútbol como elemento para analizar la sociedad

Se jugó la Supercopa de España en Arabia y León se quiere apartar de Castilla. Lo primero es un signo del futuro; hay dineros que seducen y, por causa de esa seducción, situaciones políticas que se miran solo de reojo. Si la pasta cae del lado de sitios en los que no está del todo probado que haya un curriculum democrático impecable, la pasta se impondrá. Esto pasará más veces, y el fútbol será reticente a apartarse de esa lógica tan imperiosa. Es interesante eso porque dejará en evidencia que, a quien nos entretiene, le consentimos más. El balompié se mantendrá firme en su sitio mientras el mundo grita, y por eso importará más lo que un entrenador opine de la vida -y de los derechos humanos, claro está- que lo que diga un simple currante que no tiene avión privado en el que viajar. Ya más cerca, no es que León nos entretenga, pero sí que dio la campanada anunciando su reclamación de un divorcio autonómico. ¡Otro! Es curioso lo que pasa en España; nadie se quiere unir con nadie y la desconfianza territorial se acabará haciendo virtud. Cuando algún presidente autonómico se revuelve contra un hipotético ajuste que marcara diferencias entre su comunidad y otra, da la sensación de que lo hace menos en defensa del todo que en razón de una protesta concreta y vecinal; la región propia no puede ser menos que otra. Hay ejemplos ilustres. Teruel se empeño hace poco en darnos a conocer su existencia: fue un éxito absoluto y Teruel realmente existió en una votación famosa. ¿Existirá Antequera, que es por donde se dice que saldrá el sol cuando se está metido en un embrollo? ¿Y habrá sol? Hay algo de entrañable en ese deseo de que el sol salga por el Oeste, hay una especia de admisión de que bueno, si se diera el caso de que realmente estamos en tierra de chapuzas, siempre nos quedará Antequera y barajar.

Siempre vecina, siempre desconocida y, ay, carente de Antequeras mágicas que le resuelvan la vida, Francia busca y encuentra una política en la dirección opuesta a la de aquí: allí se tiende a simplificar las cosas uniendo regiones en nombre de la armonía republicana. O sea, ciencia ficción al otro lado de los Pirineos. Los franceses no gritan, no tutean y no tienen problemas de estructura estatal. Esas tres diferencias tan fuertes resumen nuestra relación con la vecina del Norte. La ausencia de gritos y tuteo indica un concepto de modales, es decir, de la relación con el otro y por extensión, de la relación entre individuo y comunidad; indica una política. Allá donde se grita, todo es más difícil. Tanda de penaltis entre Real y Atlético: otra repetición. Antequera, haz algo.

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