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Sol y sombra

Lavado de imagen

Admitámoslo, no estuvo nada mal Isabel Díaz Ayuso sin niqab y con los brazos descubiertos dándole una palmadita al jeque de turno en Arabia Saudí durante la ceremonia final de la Supercopa. Hizo más por los derechos de la mujer en ese instante eterno en que a los príncipes beduinos se le nubló la vista que todas las feminazis juntas. Con una sonrisa y sin despeinarse. Cualquier otra dirigente occidental hubiera cumplido con el protocolo machista y medieval de las teocracias musulmanas cubriéndose con un pañuelito de manera recatada. No así la presidenta de la Comunidad de Madrid. No desafió ninguna ley, es cierto, porque el velo está autorizado para las occidentales pero sí reivindicó con su gesto la libertad de las mujeres en un país que las priva de sus derechos.

La disputa de la Supercopa de fútbol en Yeda ha querido mostrarnos la cara amable de un rostro infame. Estos días atrás se convirtió en el lavado de imagen de un régimen despótico y cruel, cuando justamente en octubre se cumplía un año de la desaparición y muerte del periodista crítico Jamal Khashoggi, descuartizado en el consulado saudí de Estambul. La relatora de la ONU para las ejecuciones extrajudiciales y el Senado de Estados Unidos señalaron directamente al príncipe heredero Mohamed Bin Salman por el crimen.

La semana pasada los enviados especiales deportivos se dedicaron a resaltar el carácter amable saudí, tirándoles de las orejas de vez en cuando por no respetar "el tema de la mujer". La mujer en Arabia está condenada al papel del negro en Sudáfrica durante el régimen racista del apartheid. Entonces, con una opinión pública occidental más fortalecida moral y culturalmente a nadie se le habría ocurrido bromear con estas cosas.

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