La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tino Pertierra

Solo será un minuto

Tino Pertierra

Las multitudes que hay en ti

Paula: "No me gusta la poesía. La culpa no es suya. Tuve un novio con ínfulas de poeta que me hizo la vida imposible con su impasible tendencia a convertir en versos mediocres cada uno de nuestros encuentros. Creo que salía conmigo solo para utilizarme como fuente de información. No como musa, no, como material para sus pobres textos. No entiendo de poesía pero luego me lié con un profe de Literatura que se rio mucho cuando le hablé de mi ex. Y cuando nos aburríamos, le enseñaba algunos poemas que me había dedicado y se descacharraba desguazando tanta chatarra literaria.

Pero diré algo bueno: gracias al versificador leí a algunos poetas de verdad, y uno de ellos escribió algo que me impactó: contengo multitudes. Un hombre sabio que tuvo la audacia de escudriñar en su interior y encontró allí innumerables extraños que vivían su vida sin contar con nadie. Multitudes de gentes mal avenidas o directamente enemistas que fuerzan rebeldías o consienten las sumisiones, que se refugian en la derrota o plantan cara a la cruz del destino, que evitan los obstáculos que surgen en el camino o pelean sin descanso hasta agotarlos, que aceptan el engaño como alimaña de compañía o apuestan por la sinceridad como la forma más saludable de tender puentes, que envidian sin remedio o admiran sin recato, que prefieren la comodidad del fracaso o se tiran a la piscina sin agua. Que temen a la vida. O que la desafían. Somos, y eso me turba y claro que me tranquiliza, escenarios inmensos habitados por viajeros en permanente tránsito hacia destinos en los que un encuentro inesperado con una mirada que nos desvela puede hacernos descarrilar o enderezar el rumbo. Como anfitriona de multitudes, me hacen gracia esas personas (mi ex, entre ellas) que presumen de conocerse bien, de estar seguras de sí mismas, de saber lo que quieren, de tener claro quiénes son. Y adónde van. Yo prefiero esta convivencia con la extrañeza y el estupor, y me enorgullece aceptar que mis multitudes me fortalecen y me debilitan, me guían y me desorientan".

Compartir el artículo

stats