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Mi poeta de cabecera me envió hace mucho un breve poema titulado IRSE, que decía solo esto: Puede parecer una diosa griega / pero no es más que un infinitivo. Era una formidable imagen de los dos polos del clímax, tanto si situamos esos polos en el episodio del descubrimiento y en el de la cansina repetición, como si lo hacemos en el crescendo y en la caída. Reutilizo el texto bastantes años después (sin pedir permiso a su autor) para poner letra poética a la marcha de los británicos. En tiempo real, muchos allí lo experimentarán como un orgasmo y otros con la resignación de la rutina. En secuencia histórica, ahora sería el momento del clímax, y luego vendrá la caída. Pero, tratando de entender su marcha, IRSE es también siempre una tentación, y cada cual tiene en su imaginario una o varias a las que aplicar el infinitivo (del trabajo, la familia, el país, el personaje, la vida).

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