A la ministra del fisco le ha salido un fiasco a cuenta del IVA que el Gobierno adeuda a las regiones desde los tiempos de Montoro: 2.500 millones de euros, que no son moco de pavo ni chocolate del loro en tiempos de vacas flacas. De manera que a la señora Montero se le ha revuelto el gallinero autonómico y con razón: no solo no paga lo que debe sino que alienta un mensaje pernicioso de barra libre del gasto público, ofreciendo a las comunidades autónomas relajar el objetivo del déficit. Y créditos sin intereses. Una artimaña contable, o sea: no te liquida el débito pero te presta el dinero que te adeuda y ya se lo devolverás cuando puedas. Como el "una, dos y tres" trilero de Patxi Andión: "Si usted quiere dinero, se lo damos también; usted lo da primero y nosotros después". Esto es el rastro, amigos, vengan y anímense. La pasta gansa, para Cataluña; para los demás, una muñeca chochona o un perrito piloto. Qué alegría para algunos, que alboroto para otros. Con esas cantidades pagadas a tiempo algunas autonomías habrían salvado la línea roja deficitaria.
Sorprende también sobremanera que el Ministerio de Hacienda no se someta a sí mismo a idéntico rigor con el que esa cartera trata las deudas de los contribuyentes morosos. Al que no paga, multazo. ¿Por qué no se aplica la Ministra la misma medicina?
No extraña que algunas comunidades, incluso socialistas, amenacen con reclamar en los tribunales. Con un dinero contabilizado y no ingresado y además irrecuperable -75 millones del ala en Asturias- habrá que recortar en educación y en sanidad o subir los impuestos para compensar la pérdida. No habrá otra. Tres hurras por la lealtad institucional.
