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Alberto Menéndez

Prestigio menguante

Una de las grandes preocupaciones de los españoles son sus políticos. Lo señalan una tras otra todas las encuestas en las que se pregunta por los problemas del país. Los ciudadanos desconfían cada vez más de sus representantes en las instituciones. Pero es que viendo sus comportamientos no debería extrañarle a nadie lo que concluyen los estudios demoscópicos.

Mucho ha debido de mejorar la labor de los diputados autonómicos asturianos desde comienzos de siglo para que sus salarios se hayan duplicado en los últimos diecisiete años. Lo malo para ellos es que no es esa la sensación que tiene la inmensa mayoría de la población. No, lo que se piensa es que los miembros del Parlamento asturiano cobran muy por encima de lo que realmente merecen. Sobre todo, si se hacen valoraciones, si se compara su labor con la de otras épocas, por ejemplo, con la de los años de la conformación de la autonomía, tiempo en el que el trabajo parlamentario no estaba profesionalizado.

Pero es que no solo se duplica el coste de los salarios de los miembros de la Junta General del Principado, sino que la factura de los grupos parlamentarios se ha triplicado desde el año 2002, pasando de unos 900.000 euros a más de tres millones en 2019. ¿Realmente ha habido tanto aumento de actividad política en la Cámara (en cantidad y en calidad) como para que se haya producido tan espectacular crecimiento en el gasto de los partidos en la asamblea legislativa regional? Pues no.

Las formaciones políticas estiran y estiran sin ningún miramiento sus gastos en la Junta General del Principado como si el dinero público fuera de ellas y no de los contribuyentes. Lo sucedido al comienzo de la legislatura con la configuración de los grupos parlamentarios es simple y llanamente una tomadura de pelo. Que la Junta General sea la única Cámara autonómica del país en la que se permita que un partido tenga grupo parlamentario con solo dos diputados (es lo que ha sucedido con IU, Vox y Foro) es no solo algo anómalo, sino reprobable éticamente se mire como se mire. Una medida esta que salió adelante gracias al apoyo del PSOE y que tiene como gran objetivo, si no el único, que lo partidos beneficiados reciban más dinero y que los diputados cobren más.

¿Les puede extrañar que luego la ciudadanía despotrique contra la clase política?

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