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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Juan Rana y la apoteosis del Siglo de Oro

"Ron Lalá" presenta, en un estreno nacional en Avilés, un espectáculo enorme, un triunfo del alma que resucita a los clásicos

El enhiesto Inquisidor General (Íñigo Echevarría), en un momento de debilidad, en medio de "Andanzas y entremeses de Juan Rana", va y suelta: "Yo confieso, mi Señor, /que una vez reí un poquito /y me quedé tan contrito / por mi ademán pecador / que fui hasta el altar mayor / entre cantos celestiales, / rompí todos los vitrales / y desnudando mis pies / bailé un baile aragonés / encima de los cristales". El empalado Inquisidor General quiere tocar el cielo, pero no se da cuenta de que el mejor modo es dejarse perder entre los versos del tal Juan Rana, que fue una "superstar" del teatro clásico, "el padre fundador del humor nacional, el de José Luis Cuerda, Tip y Coll o 'Els Joglars'", en palabras del poeta y dramaturgo Álvaro Tato que es el miembro de la compañía "Ron Lalá" encargado de poner en orden el libreto que hay que representar: antes de anoche en Avilés, en el teatro Palacio Valdés, por primera vez en España, "Andanzas y entremeses de Juan Rana", una comedia musical compuesta sobre cimientos (versos) de tipos tan grandes como Pedro Calderón de la Barca, Agustín Moreto, Jerónimo de Cáncer y Luis Quiñones de Benavente. Es un espectáculo enorme, alegría de vivir, triunfo del alma, ganas de que todos los clásicos revivan o "re-evolucionen " (en palabras, también, de Álvaro Tato) sobre la escena contemporánea y no dentro de las páginas de libros de texto telarañosos, historias polvorientas del teatro nacional. Que mira cómo mola escuchar a Calderón cuando se recrea, en plan vida y en plan sueño, declamando unos: "¡Ay, cómico de mí, y ay, felice! / Apurar, serios, pretendo, / ya que os indignáis así, / qué delito cometí /contra vosotros riendo."

"Andanzas y entremeses de Juan Rana" lo petó en Avilés y fijo que lo petará el viernes que viene en el teatro de la Comedia de Madrid. "Ron Lalá" va a estar unas semanas en Madrid y luego, ni se sabe, de gira por todo el país (en octubre, en Langreo, apunten fecha: yo repito). La compañía que dirige Yayo Cáceres -estas "Andanzas", superlativamente- lleva ocho años dando aire al Siglo de Oro. Y ese venturoso menester hace feliz al personal que llena los teatros en que trabajan. Porque trabajar, trabajan todos: los cinco actores sobre la escena, y el ejército de técnicos detrás de ella: Tatiana de Sarabia, la sastra-escultora, la atrezzista Carolina González y la iluminación divina de Miguel A. Camacho. Porque el montaje de una colección de clásicos exige talento contemporáneo: bongos por sujetadores, por poner algo más que la fiesta carnavalesca que se llevó la admiración y la carcajada de una compañía empeñada en alentar el romanticismo de la risa, de los versos de los tipos más grandes que dieron las letras castizas, todos vecinos de calle como si nada. En eso y también en reivindicar el humor como arma cargada de futuro. Esto, todos los de la compañía. El Inquisidor no, el Inquisidor dice que "vendrá otro siglo en que el miedo / a provocar una ofensa / hará que el que un chiste piensa /se ponga en la boca un dedo". Y no habrá manera de conocer qué pasará cuando Satanás abdique y nombre a Juan Rana alcalde del Infierno.

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