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Sol y sombra

La delgada línea roja

Pablo Iglesias, el recién incorporado de Sánchez a la mesa de negociación con Torra y ERC, ha reclamado que el diálogo con la Generalitat no tenga "líneas rojas". Habrán oído más de una vez esta expresión a nuestros políticos y muy frecuentemente de manera vacua y distorsionada, en cualquier tipo de circunstancia o lugar.

La "delgada línea roja", para los que piensen que el color escogido tiene que ver con la luz que disuade de cruzar un paso de cebra, no está relacionada con los semáforos. La frase que alude a " the thin red line" comenzó a escucharse en la Guerra de Crimea, en octubre de 1854, cuando medio millar de hombres de un regimiento 'highlander' formaron una línea de tiradores que consiguió detener a 2.500 soldados de la caballería rusa. El nombre proviene de la casaca de ese color que vestían los militares escoceses. El término se convirtió en un sinónimo de heroicidad y determinación de combatir en circunstancias imposibles; finalmente los británicos comprobaron que esa forma de luchar resultaba poco práctica ante el ataque frontal de una tropa muy superior en número. Para que se percataran de ello tuvieron que sufrir antes no pocas masacres.

El errático director de cine Terrence Malick, basándose en una novela con ese título, utilizó en una de sus películas la expresión "delgada línea roja" para trazar con dosis elevadas de diarrea metafísica la frontera que divide la razón y la sinrazón. No mucho más tarde los políticos empezaron a abusar de ella para referirse al límite de cualquier cosa, a aquello que no se puede traspasar. Por resumirlo, a Iglesias no le importa pasarse de la raya. Jamás ha ocultado sus preferencias por el referéndum de autodeterminación en Cataluña, que considera una cirugía necesaria para solucionar el problema. Sí, sí...

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