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Sol y sombra

Periodismo y dulce ciencia

"La dulce ciencia" es el mejor libro sobre boxeo que ha tenido la fortuna de leer. Garantizó a Liebling, aquel dios gordo y alegre del reporterismo, un lugar en los corazones de los aficionados al pugilismo. Analiza el significado de este deporte y toma prestada aquella frase del "San Francisco Chronicle" donde se resumía que el boxeo, por su naturaleza y la naturaleza de los escritores, inspiró más literatura que cualquier otro deporte o pasatiempo, con las probables excepciones del amor y de la guerra. La expresión "dulce ciencia" fue acuñada en 1813 por el periodista británico Pierce Egan y todavía se usa para describir la naturaleza científica y metódica del boxeo, que requiere del boxeador disciplina, dureza y táctica. El argumento contrario nace de la idea de que el pugilismo es un deporte en el que dos personas se golpean entre sí sin ninguna planificación. Falso.

El lector no debe esperar del libro de Liebling un tratado sobre estrategias y tácticas de boxeo, aunque también encontrará algo de ello. Sí, en cambio, buena escritura sobre algunas de las mejores figuras de este deporte, incluyendo la feliz visión madrugadora de Ali, entonces todavía Clay. El reconocimiento de Liebling vino por su estilo erudito, ingenioso y altamente accesible, además de por la capacidad de identificar el factor humano en el corazón de cada historia.

Aquí, el periodismo tuvo su Liebling en Manuel Alcántara, que pasó el relevo de la pasión por el boxeo a David Gistau, el mejor y más libre articulista de una generación, que ha muerto prematuramente después de haber dejado escritas algunas de las mejores crónicas y columnas de las dos últimas décadas. Que no haya vivido para seguir contándolo, además de dolor, supone una irreparable pérdida para el oficio.

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