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El gusto por la prosopopeya

El ceremonial de Estado en el encuentro entre Torra y Sánchez

El recibimiento al presidente del Gobierno español por parte del presidente del Gobierno de la Generalitat catalana fue objeto de sarcásticos comentarios en los medios. Mas ácidos cuanto más a la derecha. El señor Torra dio la bienvenida al señor Sánchez en el Palau con el ceremonial propio de una visita de Estado entre dos naciones soberanas. Hubo, como suele marcar el protocolo de esta clase de actos, alfombra roja y revista a las tropas que les rindieron honores. En las imágenes puede apreciarse a los dos mandatarios pasando por delante de una dotación de Mossos de Escuadra que presentan armas con uniforme de gala. Un uniforme muy peculiar porque incorpora una versión modificada del sombrero de copa, chaleco abierto, y en los pies unas alpargatas de color azul claro.

Los Mossos de Escuadra (la policía catalana) fueron una creación de la administración borbónica allá por el año 1719 a partir de unas "escuadras de paisanos armados" y bajo diversas formas y estructuras pasaron a depender de la Generalitat republicana en 1932 hasta que fueron disueltas por la dictadura franquista en 1939. Con la instauración de las autonomías fueron resucitadas por los nacionalistas y ahora, con unos quince mil efectivos, se han convertido simbólicamente (en el "procés" casi todo es simbólico) en el embrión de un imaginado ejercito catalán.

Durante los agitados días del referéndum ilegal, de las leyes de desconexión y de la fugaz declaración unilateral de independencia que concluyeron con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la fuga de Puigdemont y compañeros mártires, la fidelidad de los Mossos a la legalidad vigente fue puesta bajo sospecha. Hasta que la opción mas sensata por la nómina funcionarial (los "mossos" no dejan de ser funcionarios al servicio del Estado que les paga) se abrió paso. Tanto que, su jefe, el mayor Trapero, aquel que salía en los telediarios paseando gallardamente como Gary Cooper en "Solo ante el peligro" manifestó ante el tribunal que lo juzga que tenía preparado un dispositivo para detener al presidente Puigdemont y a todo su Gobierno.

La escandalera mediática sobre el ceremonial desarrollado en Barcelona no cesó durante un tiempo hasta que se supo que escenas parecidas se habían desarrollado en el pasado en distintas ocasiones y con distintos personajes. Una revelación que no nos proporciona consuelo en la medida que nos descubre un provinciano y un tanto ridículo gusto por los excesos protocolarios y los oropeles peliculeros propios de Sissi Emperatriz. Habrá pues que estar atentos a los ceremoniales de recepción al presidente del Gobierno en cada autonomía, si Sánchez cumple con la promesa de visitarlas todas. En Euskadi seguramente lo saludarán con una revista a la Ertzaina y uno de esos gimnásticos bailes amenizados con música de chistu; en Aragón con una vibrante jota; en Asturias y Galicia con gaiteros, en Andalucía con un cuadro de baile flamenco, y así sucesivamente. Pionero en estos fastos fue don Manuel Fraga Iribarne, que celebró sus sucesivas tomas de posesión como presidente de la Xunta de Galicia con miles de gaiteros. Nos pierde el gusto por la prosopopeya.

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