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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Divisiones y multiplicaciones

Una sociedad a dividir que ni se mueve y una subida del aparcamiento a la vista

Habíamos quedado en que la amalgama de cometidos que acumula la sociedad municipal Divertia no era cosa buena y que, según los que ganaron las elecciones en el municipio, había que disolver y repartir sus funciones de manera más conveniente. Como sus responsables no han empezado ni a hablar de ello y se muestran remolones a la hora de hacerlo, tal da la sensación de que o bien no saben por dónde empezar o bien el coste y líos de la operación les han quitado las ganas.

Uno de estos días atrás, llegó un concejal de Ciudadanos y les dio a los mandamases un plazo, figurado, claro, de dos meses para abrir el pico acerca de la situación de una alocada sociedad en la que, a pesar de ser mayoritariamente municipal, aún quedan unos cuantos socios privados minoritarios, como grupos de hosteleros o la Cámara de Comercio, residuo de lo que fue en su momento Sociedad Mixta de Turismo. ¿Qué hacer ahora con ellos sin que nadie se enfade; pero al tiempo, ¿qué pintan ahí incrustados? En definitiva, al concejal de turno no se le perciben deseos de acometer la aventura y se supone que descargará la tarea en la gerente que estará sumergida en el día a día que suele estar lleno de pequeñas alfileres que pinchan e incomodan la capacidad de concentración. Así que se prevé que la cosa se dilatará más de lo anunciado en un primer momento.

Como no puede parar de poner sus garritas en lo que son sus competencias, el minialcalde de IU, Aurelio Martín, No contento con su labor de adoctrinamiento y digestión de los asuntos medioambientales, la ha emprendido con la movilidad y se nos ha empeñado en tocar las castañuelas con la ORA. De momento, parece que la operación va en un incremento de gasto en pintura viaria, porque aparte del azul, se ha empeñado en añadir otros dos colores para mayor ornato de los bordes de nuestras calzadas. También amenaza con ampliar las zonas reguladas y de pago, aunque de momento no se atreve a decirlo abiertamente y lo disfraza arteramente de un esperar a lo que digan unos misteriosos estudios que se están realizando por parte de alguien que, naturalmente, se ha de llevar su porqué. Es bien triste que el procomún tenga que pagar para que alguien dictamine la imperiosa necesidad de ponernos la vida un poco más difícil por el método de subirnos algunas tasas. De esta forma el minialcalde puede pavonearse de lo mucho que hace y justifica la necesidad de su existencia. La parte privada de la empresa mixta de la ORA, naturalmente, encantada con nuevos ingresos a la vista.

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