Como traca de todo este striptease conceptual está el famoso "Delcygate" y las respuestas, primero evasivas, del ministro encargado Ábalos, y luego demagógicas y poca esclarecedoras de ayer en la sesión de control al Gobierno. Asediado por las trampas saduceas de la oposición y por haber mantenido hasta el momento media docena de versiones distintas sobre la visita en Barajas de la número dos de Maduro, Ábalos decidió arrojar balones fuera e insistir en que él había venido a la política a combatir el fascismo.
No es que lo digan sus opositores, pero tendría que dimitir por haber mentido reiteradamente y como responsable de una gestión nefasta que sigue arrastrando por los suelos el prestigio de la política española, no solo en el Congreso sino también en Bruselas como se demostró recientemente en la Eurocámara. Y lo peor de todo, ahí está el intríngulis, es que seguimos sin saber el motivo de la escala de Delcy Rodríguez pese a las sanciones europeas. ¿A qué vino?