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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Pecado original

Un monumento incomparable que sufre de ostracismo por su nacimiento durante la dictadura

El monumento está ahí y es soberbio. Merece reconocimientos oficiales, mantenimiento cuidadoso, es utilizado diariamente por miles de personas, pero tiene un pecado de origen: fue construido en los años cincuenta del veinte, bajo el franquismo y ello es causa suficiente para que la primera autoridad de la villa y concejo, con el resto de los representantes municipales de la izquierda se nieguen a solicitar que sea patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco. Demuestran con ello suma ignorancia y un sectarismo más allá de toda duda.

Otros vendrán detrás que corrijan este inmenso error, este ataque a la ciudad en uno de sus más nobles edificios. En el ejército había la costumbre no hace tanto tiempo, de arrestar a animales u objetos: una mula, un banco de los de sentarse, una guitarra y así hasta una larga lista de estupideces. Condenar a la magnífica construcción de la antigua Universidad Laboral al ostracismo, como si tuviese una culpa infamante en el tiempo durante el que fue construida, demuestra la falta de conocimiento de quienes han tomado una medida que nos abochorna a casi todos. Me dice una persona que se trata de una "injusticia, inmoralidad y atraco científico". Quiere ahora la alcaldesa rectificar la metedura de pata, que se adjudica personalmente, y llevar al próximo pleno una rectificación en forma de solicitar la declaración, pero recordando el significado del pecado de su origen.

Nadie niega que en el propio edificio, que sitio hay de sobra, se instale una exposición con la historia del conjunto monumental y poniendo en contexto su origen. Es lo justo. Pero esta votación ya no es ni revanchista es, como queda dicho, muestra de ignorancia. Hay medidas que terminan por marcar el mandato de un alcalde y este desahogo de la primera edil González marcará un hito de su tiempo al frente del consistorio gijonés y lo hará para mal y como muestra de irrisión y falta de conocimiento. Habría que saber en quién se han aconsejado los que tan alegremente han votado negativamente este merecido reconocimiento. Lo más pro bable es que por nadie con una mínima sensibilidad artística.

De momento, nos queda la vergüenza de tener unos mandatarios faltos del conocimiento y la suficiente sensibilidad para separar el origen del fenómeno artístico. Y queda el consuelo de que cuando esta alcaldesa ya esté sumida en el olvido, como un mal recuerdo en la memoria de unos pocos, la monumental Universidad Laboral siga ahí: muestra de una formidable arquitectura y digna del general reconocimiento y admiración.

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