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Los virus

Entre la gripe grave de China y la epidemia independentista premiada

El Gobierno era partidario de que el congreso Mobile (ya cancelado) se celebrase "con normalidad" del 24 al 27 de febrero en Barcelona pese a la epidemia del coronavirus chino, y a las cancelaciones de empresas tecnológicas como Sony, Intel o Amazon, pues la ministra portavoz, María Jesús Montero, había insistido en que "la situación de riesgo en España es baja". Esta cita mundial sobre la comunicación móvil el pasado 2019 tuvo 109.000 asistentes. ¿Qué importa que vengan miles de personas de Huawei o Xiaomi, si tenemos un Gobierno progre guay...? ¿Qué importa que miles de personas se reúnan en salas cerradas con una gran densidad de participantes, ideales para la transmisión del virus? Total, solo hablamos de decenas de miles de infectados, de más de 1.000 muertos y una región de 50 millones de habitantes en cuarentena. El sentido común dice que debería retrasarse unos meses hasta que la situación esté controlada. ¿Pero qué es el sentido común para quienes saben que la realidad tiene que adaptarse a sus panfletos sectarios?

Otro virus, en este caso político, se extiende por la geografía española: el nacionalismo separatista. Surgió en el País Vasco y Cataluña a finales del siglo XIX como rescoldos del carlismo tradicionalista fracasado. El PNV de Sabino Arana cambió Dios, Patria, Rey y Fueros por Dios, raza, euskera e independencia. La industria vasca prosperó en parte gracias a la mano de obra de las demás provincias españolas. Pero el iluminado Arana lo vio como la raza española inferior (maquetos) que contaminaba las esencias euskaldunas superiores. Nada que ver con Elcano cuya circunnavegación del planeta hace 500 años celebramos, ensanchando horizontes; a los burros en las tareas agrarias les ponían orejeras, para reducírselos. Ahora la cizaña y el fuego están en Cataluña -sobre todo-, Valencia y Baleares, donde tratan de eliminar el español como lengua común de la enseñanza. Seguimos sin saber por qué el clan Pujol, con tantos millones en Suiza, Panamá y demás, no está en la cárcel ni huyeron como Puigdemont.

Resulta pues se han priorizado las inversiones en torno a Barcelona, Madrid y Sevilla, especialmente desde 1992, que ahora cuando nos toca a los demás más tarde y menos, dicen los más ricos que los menos ricos les robamos, y así seguimos Asturias o Extremadura sin AVE. Consideran que el AVE Madrid-Barcelona es inversión en Castilla-La Mancha y Aragón, por donde pasa el 70% del trayecto, pero: ¿a quién beneficia? En Asturias nuestros políticos llevan años entretenidos cascando del área metropolitana central, que suena ostentoso. En 2019, hemos tenido unos 5.000 nacimientos y 13.000 muertes. Lo que todavía no hemos visto son los resultados, ni en calendarios ni en presupuestos, de la mejora de los trenes de Cercanías; ahí está entre Oviedo y Gijón la curva de Veriña con los Alvia a 50 por hora. Pero ya tenemos la solución mientras el dinero se va a la Generalitat independentista: decir que hay que ser optimistas. Será que se arreglará con más impuestos, más subsidios y más desempleo.

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