La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La nieve, más allá de la aventura

La diversión infantil como filosofía de vida

Llevo muchos meses rellenando registros, cubriendo documentos, apuntando notas y marcando incidencias. Llevo tiempo observando cómo trabajas en el aula, la forma que tienes de jugar en el patio y manteniendo entrevistas con tus padres para revisar controles y hablar de tus miedos, inseguridades y despistes. He dedicado muchas horas en explicarte los tipos de paisajes, las fracciones, las distintas funciones del aparato digestivo o la mitología asturiana. Sí, la verdad es que pasamos tanto tiempo juntos que creía conocerte. Tus buenas calificaciones eran mis éxitos y cuando no obtenías los resultados esperados, yo era la primera en cuestionar mi metodología y aceptar el fracaso. El mismo colegio que nos ha unido, nos ha dejado solos durante tres días en la montaña; tal vez para que vivieras una experiencia inolvidable o tal vez para hacérmela vivir a mí... Quiero darte las gracias porque una vez más me has recordado que no eres estadística, porcentaje o el número 27 de la lista. Por unos días fuimos capaces de ir más allá de criterios de calificación, estándares de aprendizaje, rúbricas y competencias básicas. Por unos días olvidamos ser marionetas en manos del poder educativo y conseguimos soltar esos hilos, echarlos a volar... Siento haber tardado tanto en descubrir tu capacidad rítmica cuando suena tu canción favorita, esa precisión para lanzar bolas de nieve en mi espalda, la cara que se te queda al ver un plato de guisantes o la ternura con que abrazas a un osito, compañero de tus sueños. He de decir también que gracias a mi pijama, encontré la carcajada más sincera. ¿Cómo es posible que seas capaz de inventar esas historias maravillosamente fantásticas, dobles las sábanas mejor que la abuela o puedas organizar la maleta de varios compartimentos en menos de cinco minutos? ¡Eres increíble, pequeño! ¡Tú sí que sabes ser un buen maestro! Gracias por enseñarme que los miedos desaparecen con una caricia, que la sopa puede comerse fría y no perder su sabor, que cuando echamos de menos nuestra almohada siempre nos quedará una razón importante para dormir, para soñar... Gracias por recordarme que eres niño y, como tal, sólo tú eres capaz de hacer, deshacer, perdonar, olvidar, construir y disfrutar de cada momento como si fuera el último. Ten por seguro que un día crecerás, pero no tengas prisa. Eres tan genial, tan auténtico y tan tú que mientras sigas siendo niño debes continuar la misión que te han encomendado: enseñar al mundo que no hay mejor casa que la del Ratoncito Pérez, libro más interesante que el de tu historia y corazón más grande que el que hoy habita en ti. Le doy la razón a tus papás cuando afirman que eres lo más maravilloso que jamás imaginaron y yo les recuerdo que lo más maravilloso que te pueden regalar a ti es simplemente, su tiempo.

Compartir el artículo

stats