La Universidad Laboral de Gijón ha sido durante los últimos años escenario recurrente de películas españolas y ninguna era buena. Más bien al contrario: monumentales bodrios además de infumables, con la excepción pionera de algún capítulo de la mítica serie de misterio que dirigió Garci para Televisión Española por encargo de Pilar Miró a finales de los años ochenta del pasado siglo y que llevaba por nombre "Historias del otro lado". Esa Laboral de entonces, tras la cámara daba miedo. La actual es de risa, o para llorar.
Uno de los bochornosos filmes que se localizaron en decorados pétreos del grandioso inmueble que proyectó Luis Moya se titulaba "Fuga de cerebros". La Laboral hacía las veces de campus universitario británico que acogía a un grupo de descerebrados estudiantes españoles de distinta calaña y catadura. El título valdría también para el esperpento cuyo guion se escribe durante las últimas semanas a varias manos municipales, confirmando el viejo dicho que certifica que en este país de diez cabezas nueve embisten y una piensa.
La película que ruedan estos días en el mismo escenario nuestros nunca bien ponderados munícipes no acierta uno a discernir a qué género cinematográfico pertenece, si a la comedia, al misterio o al terror. Lo cierto es que aterra comprobar que una menudencia como es el intento de solicitar a la Unesco la declaración del magno edificio como Patrimonio de la Humanidad se convierte en argumento para una disputa institucional sin pies ni cabeza, seguramente también de encefalograma plano, como si la Casa Consistorial hubiera sido invadida por una legión arrasadora de zombis. Van a rodar, pero no cabezas. Otro peliculón en la Laboral: al plató vendrás, arbeyu.
