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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Lo que fue un mar de arena

Buena parte de Gijón se edificó sobre un mar de arena. La península de Cimadevilla partía en dos un extenso arenal que concurría desde las marismas del Piles hasta el viejo fondeadero de El Musel. Basta con releer a Estanislao Rendueles Llanos en su "Historia de la villa de Gijón" (1867) para reconocer que parte de la traza ciudadana posterior a ese siglo se alzó tras someter al océano. Reflejo queda en la toponimia, cuya nomenclatura no resulta casual. El Humedal se llama así porque era territorio ocupado por balsas de agua que, por razones de salubridad, hubo que desecar.

Ramón Alvargonzález también ha escrito sobre ese escenario gijonés de "pestífera laguna". El saneamiento se hizo, según relata el notable estudioso local, aterrándola con arenas extraídas de las inmediaciones de la villa, con materiales extraídos de la limpieza de la dársena e incluso con los lastres de los buques que llegaban al puerto. El acarreo de los materiales se hizo en carros, "aplicándose una suerte de sextaferia no redimible".

Tampoco es casual la nominación del barrio de La Arena: el inmenso arenal que describió Rendueles Llanos se fue rellenando para permitir el crecimiento urbano, de manera que bajo edificios, calles y plazas de esa zona de la ciudad solo hay arena.

Puede que esa cimentación endeble tenga que ver con los hundimientos que denuncian estos días los vecinos y que van a obligar al Ayuntamiento a encargar un estudio geotécnico del subsuelo del entorno de la plaza de Europa y de la avenida de la Costa. No hay que ponerse alarmistas, pero convendría conocer la historia de la ciudad sin remontarse muchos siglos atrás para encajar las piezas del puzle de lo que está pasando.

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