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El cierre de la avenida del Molinón

Un despropósito que marcará - el futuro del gobierno local

Los criterios políticos muchas veces responden a ideas descabelladas, o al prurito de llevar la contraria a partidos de ideas opuestas. El cierre al tráfico de la avenida del Molinón es uno de los despropósito que marcará el futuro de este Ayuntamiento y su regidora, que quedará en el ideario social como un fracaso provocado por el capricho en contra del colectivo de taxis, de la ciudadanía usuaria, de los conductores de ambulancia, de muchos trabajadores del entorno de la Laboral, o de algunos enfermos a los que les urge llegar al Hospital de Cabueñes en ambulancia cuanto antes, y se ven retrasados por un atasco en la avenida de Torcuato Fernández-Miranda, vía obligada para llegar al hospital, como sucedió el último domingo con esta avenida colapsada por la recarga de tráfico, aparcamiento en batería en ambos lados, el rastro, día de sol y afluencia de público.

Debe ser que los munícipes no se ponen malos, ni ellos ni sus familias, porque, de ser así, hubieran meditado mejor esta decisión en pro de aumentar unos metros el parque de Isabel La Católica, que nadie exige, en ese gesto pueril para dejar una impronta que ya se está manifestando en su contra. Porque luce mucho y está muy de moda eso de hacer gestos urbanos como sea sin completar las consecuencias o a sabiendas pero sin importarles lo más mínimo.

Uno de los principios de la concejalía de Medio Ambiente habla del "control sanitario de medio ambiente" (no el ambiente completo, sólo la mitad): "contaminación atmosférica, lumínica y acústica en zonas urbanas". Se ve que para esta gente es más importante una lechuga que una persona, una bombilla que un ciudadano. El orden de preferencias debe ser establecido desde el sentido común y no desde el capricho político ni de un programa redactado en una oficina a la sombra de los intereses del pueblo. Sin pensar en todo lo que se mueve por esta avenida hacia la Feria de Muestras, los lugares de esparcimiento de la zona, o como salida más directa hacia la autopista.

En el trasfondo de todo hay un subconsciente de ordeno y mando, un porque sí, o un desafío: ¡A ver quién me lo impide! Ese sentido democrático a la inversa nos lleva a ver desfalcos circulatorios como el mencionado. Seguro que el concejal del caso se queda tan pancho pensando que ha llevado a cabo la obra de su vida, o que le van a poner una placa como benefactor social de la ciudad de Gijón, o que nunca va a tener que ir al Hospital de Cabueñes con una urgencia propia, que ojalá no le suceda.

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