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Formas de afrontar la crisis

Ante la amenaza del coronavirus

En la mayoría de las civilizaciones el trance apocalíptico se describe en forma de catástrofes naturales, invasiones de otros mundos o en la resurrección de enormes criaturas que reaparecen para comernos. Rara vez el enemigo es invisible o resultado de una estúpida guerra nuclear. Al respecto recuerdo dos películas. Una, "La hora final", describía los últimos días de la comunidad humana refugiada en Australia a la espera de que la radioactividad acabase con ella. La otra, "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú", describe los momentos anteriores a una guerra entre potencias nucleares enfrentadas por cuestiones ideológicas y por estúpidos protocolos defensivos que las empujan a la catástrofe.

Al que esto escribe nunca le gustaron las películas de ese género y tampoco acabo de entender la fascinación por los dinosaurios. Para pasar miedo en el patio de butacas ya me llegó de niño con las inocentes aventuras de Tarzán que siempre que se echaba a nadar en un lago provocaba la presencia de uno o dos cocodrilos. Afortunadamente, Tarzán encontraba flotando un tronco y cuando el saurio abría la boca para la dentellada definitiva colocaba hábilmente la madera en el paladar y le impedía cerrar la boca. Durante un tiempo aquellos cocodrilos me persiguieron en sueños hasta que decidí dejar que me comieran y la ensoñación desapareció.

Digo lo que antecede ante la histeria por el coranovirus. Una reacción que ya padecimos en otras crisis como las del sida, del ébola o de la gripe aviar, que nos pusieron al borde del ataque de nervios. Por no hablar del efecto 2000, aquel fin de siglo sobre el que no se sabía si terminaba en ese año o en el siguiente, para aumentar la confusión. Ello no impidió que Francisco Alvarez Cascos, entonces todopoderoso vicepresidente con Aznar, se recluyese con un selecto equipo para controlar una crisis que amenazaba con parar el mundo. Se llegó a decir que los ordenadores podrían quedar sin control, que los misiles nucleares se dispararían por su cuenta y cosas parecidas. De todo este jaleo deberíamos sacar algunas conclusiones. En Madrid fue perceptible la debilidad de la estructura sanitaria pública que propiciaron la señora Aguirre y su corte ultraliberal. Y a nivel internacional la autoritaria eficacia de China, donde empezó la crisis y donde primero comienzan a hacer efecto las medidas de control.

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