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Por libre

Gijón del malva

En esta nuestra villa marinera a la que personalmente tanto quiero y tanto adoro, a pesar de que no siempre mi amor sea correspondido con idéntica pasión -no por su culpa sino por la de quienes la gobiernan-, tuvo lugar el pasado domingo como en prácticamente todas las ciudades del país, una multitudinaria manifestación como punto álgido de los actos celebrados con motivo del 8M.

Miles de personas tiñeron así de malva las calles y la Plaza Mayor de la ciudad, mostrando que lejos de flojear con el cambio de gobierno, el movimiento feminista, en plena crisis sanitaria del coronavirus, goza sin embargo de mejor salud que nunca.

Un color el malva, que dará luz a la fachada principal del Ayuntamiento durante todo este mes de marzo, después de que nuestra alcaldesa, comprometida como es bien sabido al máximo con la lucha por la igualdad, decidiese aprovechar más allá del 8M, la iluminación morada instalada en el consistorio.

En una ciudad donde sus tres últimos regidores han sido mujeres, no están nunca de más este tipo de iniciativas. Como la que hace tiempo se acometió para situar carteles en los principales accesos a la urbe, con la leyenda "Gijón no tolera la violencia machista". Se entiende por supuesto que tampoco cualquier otro tipo de violencia.

Con todo, resulta de lo más descorazonador, ver cómo de un tiempo a esta parte, el 8M se ha visto salpicado y manchado por la continua polémica alentada de un lado por quienes con eslóganes o coreografías un tanto desafortunados, han dado pábulo a los que desde el ala opuesta, les acusan de querer apropiarse de un movimiento que debería ser único para todas las personas de bien.

Quede libre así mi Gijón del alma, Gijón del malva, de cualquier tipo de utilización política o interesada de un tema crítico como pocos, y que debería unirnos a todos, con independencia de nuestra ideología, sexo, raza o religión. Que además del malva, no olvidemos que la sangre es roja, el cielo azul, la esperanza verde y la paz blanca.

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