La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Rían también, hagan el favor

La risa es una vacuna muy efectiva contra el virus del miedo, o contra el ataque invisible del estrés, esa dolencia que, como la gripe, todos pasamos varias veces en la vida, y en algunos casos con carácter crónico. Ante la gravedad de la situación sanitaria que se nos avecina, resulta terapéutico recurrir al humor. Los periodistas estamos obligados a participar activamente en este plan: informar del coronavirus con responsabilidad en tiempo y forma y ayudar al lector, desde las secciones de humor del periódico, las tiras cómicas y los comentarios en píldoras jocosas, a sobrellevar el avance del lado oscuro.

En la Edad Media la risa estuvo prohibida y proliferaron por contra las epidemias y las plagas. Los bufones de la corte tenían, por encima de la vis cómica, una función médica: sus ocurrencias y sus chanzas ayudaban a los nobles a hacer mejor la digestión de los banquetes.

Incluso un tipo tan serio y de circunspecta cara de palo como Erasmo de Roterdam dio en el clavo cuando escribió que reírse de todo lo hacen los tontos, pero es de estúpidos no reírse de nada. Es evidencia que tienen por cierta los ateos, que en cuestión de ingenio anticlerical no tienen cura, y también los creyentes que hayan leído la Biblia: "Un corazón alegre es el mejor remedio, pero el espíritu abatido reseca los huesos" (Proverbios 17:22).

La risa, la contracción enérgica del diafragma, supone una buena gimnasia: pone en movimiento trescientos músculos diferentes del cuerpo humano. La ironía inteligente es el orgasmo del cerebro. Es muy sencillo acomodar la situación al humor aun en estos momentos de zozobra que llaman a la preocupación. Ayuda mucho contar con un Gobierno de chiste.

Compartir el artículo

stats