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Sol y sombra

La excepción

Vendrán días más difíciles, advierte el Gobierno.

Han dicho que no se puede criticar la incompetencia hasta que pase el peligro. Es necesario unirse ante la adversidad pero no enmudecer: eso significaría callar y otorgar. La autoridad no es intocable ni en una circunstancia así de grave. En momentos como este desertar de la responsabilidad supone mayor riesgo para el colectivo. Sin embargo parece como si desde el oficialismo se intentase silenciar la crítica con la excusa de que la situación también lo es.

Por ejemplo, el ministerio de Sanidad sigue sin concretar cuándo llegarán el material de protección para los hospitales y los test para las pruebas del coronavirus. Madrid se ha convertido en un hospital de campaña mientras las unidades de atención rápida se encuentran bajo un estrés cercano al límite, según ha reconocido el propio portavoz, el mismo que viste y calza que hace un par de semanas se presentaba ufano diciéndole a los españoles que a él no le importaría que su hijo asistiese a la manifestación feminista de Madrid porque no había riesgo en apelotonarse en las calles. No se entiende cómo todavía sigue emitiendo en onda larga.

Churchill ofreció el discurso de resistencia en la Segunda Guerra Mundial que todo el mundo está tentado a copiar en una circunstancia adversa. Sus palabras han tenido estos días un eco remoto en las cancillerías europeas. Pero entonces ya se habían ocupado los británicos de despejar el camino de la incompetencia librándose del paralizante Chamberlain. Es la prueba de que no existen momentos ni adversidades que desaconsejen criticar, si lo merecen, a los incompetentes. Aplaudirlos sería contraproducente.

Fernando Simón compareció para responder a las preguntas de los medios que el hecho de que Pablo Iglesias no se haya sometido a la cuarentena como el resto para seguir acaparando focos podría ser "una excepción razonable". No existe razón alguna salvo la del propio Vicepresidente y sus dídimos.

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